sábado. 27.04.2024

Ucrania, año dos de la guerra, sin solución ni interés público

Ucrania es una república soberana, situada en Europa Oriental. Cuenta con una superficie de 603.628 km² y una población de 41 millones, 10 de ellos expulsados de su país. La capital es Kiev, idioma, el ucraniano, y el cristianismo ortodoxo, la religión. Por si les falla la memoria, hace dos años fueron invadidos por Rusia, al mando del tirano Putin. Cuando un conflicto bélico dura tanto, y más en suelo europeo, puede ser por dos razones. O bien porque no interesa a nadie. O bien porque sí interesa, pero para la venta masiva de armas, con las que aumentar beneficio las multinacionales del ramo y los países en que se ubican

La invasión rusa de Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022. Era jueves. La predicción meteorológica en España alertaba de malos vientos, por lo que se aconsejaba precaución. Además del inicio de una nueva guerra en suelo europeo, en las noticias de ese funesto día hubo un poco de todo. Desde que el Tribunal Europeo dictaminó que la ley española discrimina a las empleadas de hogar, al no permitirles cobrar el paro, a esa otra información que mostraba fotos inéditas del primer SUV de la marca Ferrari. El coche lleva por nombre Purosangue. Es decir, a pesar de una nueva guerra, el mundo y sus pobladores seguimos con nuestra vida cotidiana, como si nada, con la misma nula preocupación por lo que sucede en suelo ucraniano, que sigue hoy vigente. 

Y eso que las cifras de esta guerra, como todo conflicto bélico, son desgarradoras. A mitad de 2023, New York Times informaba de la muerte de 70.000 soldados ucranianos (31.000 reconocidos por su Gobierno), con un balance en este bando de alrededor de 120.000 heridos. Por parte rusa, nos encontraríamos con 120.000 soldados muertos y entre 170.000 y 180.000 heridos. En la parte civil, más de 10 millones de ucranianos han tenido que abandonar sus hogares. Otra cifra absolutamente abominable, si tenemos en cuenta que la población total de Ucrania es de 41 millones de personas. A esta cantidad, hay que restarle 10.000 civiles muertos.

Los días de guerra se suceden. El pasado 24 de febrero de 2024 se cumplieron dos años de pánico constante. Rusia dispara 50 bombas al día contra la población de Ucrania. La ayuda económica, militar y humanitaria de Estados Unidos y de Europa a Ucrania ha sido ingente. Pero como el conflicto no atisba fin, ese apoyo disminuye a pasos agigantados. Al tiempo, la opinión pública, en general, no siente mayor preocupación por una guerra que está lejos de Washington, Londres, Paris, Roma o Madrid. La alarma de los países europeos del este, con Alemania a la cabeza, es bien distinta por la cercanía al campo de batalla. Poco podrían hacer ante un ataque ruso, frente a un Vladimir Putin que no deja de hablar de ataque y holocausto nuclear. El personaje, antiguo agente de la KGB, no es para cualquier psiquiatra. 

A pesar de una nueva guerra, el mundo y sus habitantes siguieron su vida, con la misma nula preocupación hoy vigente

Le voy a hacer una pregunta que igualmente podría plantearme yo. ¿Cuánto hace que, en familia, o con amigos, no habla de esta guerra y sus consecuencias? Tenemos otras preocupaciones, ¿verdad? Pero este sentir vacío no hay que mezclarlo con quehaceres e inquietudes. Lo que sucede es que la sociedad actual está infectada de una apatía tal, que es casi imposible que en adelante no sucedan cosas peores a las de Ucrania, ya que nos dejamos manejar y utilizar, sin plantearnos verdaderamente las auténticas intenciones de grupos y personas por desestabilizar el mundo presente.

Al menos para mí, hay otra cuestión altamente preocupante. Los Gobiernos han intervenido tanto y tan mal en la educación, que casi está extinguido ese sentimiento critico que provoca movilizarnos contra guerras, hambrunas o injusticias. Hoy vivimos dentro de sociedades teledirigidas por los Gobiernos y sus terminales mediáticas, incluidas las redes sociales. 

Muchos ucranianos expulsados de su país lo viven. Llevan exiliados desde hace dos años, alejados completamente de aquello que tenían, de sus gustos y preferencias por vivir donde nacieron, junto a sus familiares y amigos. No es difícil asegurar que sienten este desapego, esta falta real de preocupación por su guerra, en la que otros países se implican con el envío de dinero y armamento. Pero esto era antes, ya que el futuro se torna incierto en la medida que pasa el tiempo, y que el Ejército ruso ya ocupa el 18% del suelo ucraniano. Cada vez se alzan más voces, muy potentes todas ellas, para que Ucrania claudique ante Rusia. 

En 2022, cuando comenzó todo, mucho se hablaba de aislar a Rusia de la economía mundial, especialmente dejando de comprar su petróleo y gas. ¡Ya! Como lo habremos hecho de mal, que el Gobierno del Kremlin, que en realidad solo es el dictador Putin, cuenta con más poder internacional, con más medios, influencia, y países que apoyan sus acciones bélicas. Por si fuera poco, y Dios no lo remedia, Donald Trump volverá a ocupar la Casa Blanca a finales de año, y la incertidumbre diplomática será la tónica general en años oscuros venideros. ¿Y qué movimientos de paz, de diálogo y sensatez hay? Ninguno. Ni los hay ni se los espera. 

En el año dos de la guerra de Ucrania, sin solución ni interés público, resulta muy arriesgada cualquier predicción. A los analistas militares se les han acabado las ideas, con la escalada de conflictos armados que se suceden, caso de Gaza y Sudán. Si no nos interesa Ucrania o Gaza, hay millones de ciudadanos que no se han hecho eco de la problemática bélica que vislumbra igualmente en Birmania, Etiopia, Haití, El Sahel, Armenia y Azerbaiyán, además de la tensa relación en aumento entre Estados Unidos y China, algo que empeorará con el previsible regreso de Trump.

Los Gobiernos han intervenido tan mal en la educación, que casi está extinguido ese sentimiento que provoca movilizarnos contra injusticias

Datos, cifras, análisis, estimaciones, conclusiones, pero lo peor es la indiferencia colectiva. De hecho, es una pasividad que se va acercando a los mil días. Un periodo en que todo va aumentando, los muertos y heridos. Un tiempo en el que escapan de sus hogares muchos más. Un periodo de la historia de la humanidad en que no podemos sentirnos orgullosos de casi nada de lo que se acomete. Todo está en cambio (Inteligencia Artificial), todo se nos impone (era digital), el caso es que las grandes multinacionales de armamento sumen más beneficios, y que los Gobiernos hagan gestos y declaraciones bien vacías, mientras aumentan las ciudades y los pueblos en el mundo donde la vida diaria es esquivar balas. Y sí, para tanto olvidadizo como hay, la guerra en Ucrania continua.

Ucrania, año dos de la guerra, sin solución ni interés público
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