viernes. 03.05.2024

El acoso escolar y la violencia estructural

Vivimos en una sociedad que soporta y tolera un grado bastante alto de violencias de todo tipo, desde las violencias machistas, el racismo, la xenofobia, genocidios en directo, hasta la violencia entre menores

Como ocurre con cualquier problema social, a la hora de abordarlo, se nos presentan dos vertientes que van estrechamente unidas. Por un lado, tenemos la tarea preventiva y por otro la reacción ante las consecuencias, es decir, la punitiva. En este caso, la segunda se impone a la primera y no se ha establecido ni un solo plan de prevención del bullying. 

En el caso del llamado acoso escolar vemos como no sólo el número de casos no disminuye año tras año, sino que, al contrario, en cada informe de la Unidad de Convivencia de la Consejería de Educación constatamos un aumento de los protocolos abiertos en los centros escolares. Algo se está haciendo rematadamente mal.

Vivimos en una sociedad que soporta y tolera un grado bastante alto de violencias de todo tipo, desde las violencias machistas, el racismo, la xenofobia, genocidios en directo, hasta la violencia entre menores, que no es más que una consecuencia de las anteriores (los más jóvenes reproducen las conductas de los adultos).

El problema del acoso escolar no podemos reducirlo únicamente al ámbito académico

Desde este punto de vista, el problema del acoso escolar no podemos reducirlo únicamente al ámbito académico, no es un asunto que se pueda resolver desde las instancias educativas, es mucho más complejo y atañe a muchos actores dentro y fuera de los centros escolares. Debemos hacer un gran esfuerzo de colaboración entre distintas instituciones, asociaciones de madres y padres, medios de comunicación y gestores de las redes sociales, que son quienes tienen una mayor responsabilidad.

Es cierto que el papel de la escuela es fundamental y debe ser proactivo, pero no podemos dejar sola a ésta a la hora de atajar un problema con tantas aristas, ámbitos e implicaciones.

En estos días se ha puesto de relieve la prohibición del uso de teléfonos móviles en los centros educativos y se pretende hacernos creer que basta con esta medida para resolver el problema de la violencia, verbal y física, entre menores. Creo que, a día de hoy, casi no quedan centros de primaria y secundaria en Cantabria que no tengan prohibido o muy limitado el uso de estos dispositivos durante el horario escolar y vemos cómo el problema, no sólo no se reduce si no que aumenta cada vez más. En realidad, se ha puesto el acento únicamente en la prohibición del uso de teléfonos móviles y ningún esfuerzo en educar en buenas prácticas del uso de los mismos. La cosa sorprende mucho más cuando pensamos que las jóvenes generaciones hacen un uso abusivo de estos dispositivos y dedican muchas horas al día a estar delante de una pantalla de móvil. Y es entonces cuando nos surge la duda, ¿quién controla el abuso de los dispositivos electrónicos fuera del horario escolar? ¿Acaso creemos que por prohibir durante cinco o seis horas al día el uso del móvil, cuando las dieciocho restantes no existe tal prohibición, vamos a resolver algo? O nos estamos engañando a nosotros mismos o verdaderamente no sabemos cómo afrontar el problema o, lo que es peor, dejamos que las autoridades educativas nos vendan la moto de que con prohibiciones y protocolos el asunto está arreglado.

Hace pocos días, en la cámara baja estadounidense, ha tenido lugar una comisión en la que se ha hablado del daño que producen en la infancia las redes sociales. En ella han comparecido los más altos responsables de Meta, X y otras como TikTok. Un senador ha llegado a decir que estos directivos de Facebook, X, etc., tienen las manos manchadas de sangre y que son responsables indirectos de muchos suicidios entre la población joven de los EE.UU. Quizá pueda parecer exagerado, pero no lo es en absoluto. El dinero manda sobre cualquier otra cuestión, incluida la salud de nuestros jóvenes.

El suicidio es la consecuencia última de un proceso de acoso, humillación, maltrato psicológico, etc., que se produce muchas veces en el entorno de las redes sociales y las plataformas de mensajería instantánea. En Cantabria el índice de suicidios entre la población entre 18 y 30 años aumenta cada vez más y, aunque no se puede achacar como única causa de esto a las RR.SS, no cabe duda de que detrás de muchos casos de estos finales trágicos, están estas redes y el mal uso que se les da.

Prohibir es el último recurso de quien no tiene más recursos ni ideas para resolver algo. La escuela no es la panacea, ni está en disposición de afrontar sola el grave asunto de la violencia entre jóvenes. Se necesita un gran acuerdo entre muchos actores para prevenir e ir empequeñeciendo poco a poco este problema. No se va a resolver con una sola medida ni en un corto periodo de tiempo. Todos, digo todos, escuela, instituciones y autoridades educativas, madres y padres, gestores de las redes sociales, medios de comunicación, psicólogos, etc. tenemos que trabajar juntos para acabar con esta lacra y nadie puede ni debe bajarse del carro.  
 

El acoso escolar y la violencia estructural
Comentarios