sábado. 27.04.2024

La historia del Joaquín Cabrero es el ejemplo perfecto de que el culturismo es un deporte sano. Aunque la imagen desde fuera sea todo lo contrario y la innovación en la química y los entrenamientos al límite dé la sensación de que no es humano.

A Joaquín, el culturismo le salvó. Le diagnosticaron una poliomielitis a los 13 años y le dijeron que tendría que quedarse en silla de ruedas, hasta que descubrió el culturismo. Empezó entrenando en la cuadra de su casa con pesas fabricadas manualmente, entre vacas, sin una dita especializada y una pauta de entrenamiento. Y llegó a ser campeón de Europa y subcampeón del mundo de culturismo.

Además, Seve Ballesteros y Quique Setién confiaron en su trabajo para que llevase la preparación del mejor golfista español de todos los tiempos y de la Selección Española de Fútbol Playa.

Joaquín nunca entendió la palabra no. Para él, nunca hubo barreras y es la demostración perfecta de que el culturismo natural no es dañino, sino todo lo contrario, puede salvarte la vida. Nos hemos desplazado hasta el gimnasio Cabrero, en Solares, para charlar un rato sobre culturismo, preparación, deporte, Seve Ballesteros y, sobre todo, para alucinar con su historia de vida.

-¿Cómo empezaste en el mundo del culturismo?

Yo empecé como todos los chavales, con las inquietudes del deporte desde pequeño. Yo jugaba al fútbol y al balonmano en el colegio y empecé a jugar al fútbol porque se me daba bien, pero a los 13 años lo tuve que dejar. Me operaron varias veces y desde los 13 años hasta los 18 pasé un calvario.

Mi lucha fue para recuperarme. Tuve que dejar el fútbol y empecé con el culturismo sin saber ni que existía, en el año ’70, tres después de que me operasen. Empecé haciendo pesas con chatarra, en mi casa, con lo que tenía, y en el año ’72 fui a mi primera competición.

-Llegaron a decirte que tendrías que estar en silla de ruedas, ¿verdad?

Sí, porque la lesión estaba en la pierna, pero comenzó a subir por la columna. Fuimos a Madrid con uno de los mejores médicos de España para que me viera y después de un tiempo me mandaron una carta a casa en la que me recomendaban estar en silla de ruedas porque la lesión era desconocida para ellos y, por precaución, me recomendaron estar en silla de ruedas.

Las operaciones no me hacían nada, yo seguía con dolores. Me operaron a bulto. Una vez, en una operación, se les paró la anestesia y me tuvieron que amarrar. Fue un calvario.

-¿Cómo fue ese primer gimnasio que te hiciste en tu casa?

Fue en la cuadra, en el pueblo. Entrenaba entre las vacas. Me hacía pesas con botes de hormigón, con tubulares de bicicleta, con chatarra que cogíamos en el pueblo… y así empecé a entrenar de forma autodidacta. Había leído un artículo en una revista a raíz del boxeo, porque a mi me gustaba el boxeo, y empecé a entrenar por mi cuenta.

-¿Recuerdas tu primera competición?

Fue en Puente Viesgo. Estaba yo solo, como no iba a ganar si estaba yo solo, yo era el más fuerte (ríe). Después me invitaron a una competición en Marbella y quedé subcampeón de España, fue el primer trofeo que me dieron.

En el periódico de Málaga salía una foto mía levantando pesas y claro, yo ya me creía famoso (ríe). Llegué a Madrid, para volver a Cantabria, con mi foto y mi trofeo y me fui a ver al médico que me diagnosticó que tenía que estar en silla de ruedas con la carta que me mandaron a casa cinco años antes.

Subí a la consulta, no me dejaban verlo porque no tenía cita, pero me colé y le enseñé el recorte de periódico y su carta. Cuando lo vio, reaccionó. No se lo creía. Me dijo: “¿Te importa que te invite a comer?”. Me pidió perdón y quería que le contara todo lo que había hecho para ayudarles. Me invitó a comer a una marisquería, para mí era un lujo, que yo estaba acostumbrado a comer torreznos y huevos en el pueblo. Nos hicimos muy amigos y volvimos a vernos más veces.

Joaquín Cabrero
Joaquín Cabrero

-¿Cuándo participaste por primera vez en el Campeonato de España?

Fui a mi primer Campeonato de España en Madrid y quedé último. No estaba preparado, yo comía lo que había en el pueblo porque no tenía para nada más, pero me sirvió de motivación. Cuando llegué de Madrid, lo primero que me preguntaron mis padres fue: ¿te han dolido las piernas? No me preguntaron cómo había quedado.

Siete años después, en el ’79, quedé campeón de España y gané a todos los que me habían ganado. También he quedado varias veces segundo.

-A nivel internacional, ¿qué resultados has obtenido?

He sido campeón de Europa y subcampeón del mundo, en 2015, en Italia. En el ’91 fui al Campeonato del Mundo a Sevilla, en parejas, y estaba en muy buena forma. En el ’95 fui a Bratislava, que fue uno de los momentos donde mejor estaba físicamente. Y también en 2015, después de haber vuelto del parón de mis años con Seve y con el fútbol playa, en Italia, ahí es cuando más me gustaba.

-¿Cómo se consigue un cuerpo de culturista sin seguir una pauta y una dieta?

A base de trabajar mucho, me machacaba. Yo ahora saco más rendimiento en media hora de entrenamiento que por aquel entonces en cuatro horas. Me daba palizas, me sobrentrenaba. No había esquema de entrenamiento, yo iba y me machacaba. Correr, por ejemplo, no podía, y el cardio lo hacía en la elíptica y en la bicicleta. Pero cardio de verdad, una hora de elíptica todas las mañanas. Después ya me ponía con las pesas.

-¿Vas a seguir compitiendo?

Quería competir en noviembre, en Italia, pero bueno tengo una condromalacia en la rodilla que igual no me deja ir. Estoy entrenando para ello porque además Italia es especial para mí porque fui campeón de Europa allí en 2014.

-¿Qué opinas del mundo del culturismo en la actualidad?

Me da mucha rabia porque los mayores enemigos del culturismo son los que lo practican. Para mucho con el boxeo también. El boxeo hay que practicarlo en el ring y el culturista tiene que enseñar los músculos delante de los jueces, no en otro lugar. Eso me da rabia, pero bueno, no podemos controlarlo.

Pienso que la gente se tiene que dar cuenta que en el culturismo hay que buscar calidad de vida. La gente ahora está muy preparada, ahora se sabe todo lo que hay que hacer para competir. El culturismo pasa por un buen momento, pero lo que hay que hacer es que pase por un momento sano y natural, como he hecho yo toda la vida. Yo respeto a la gente que hace cosas que a mí no me van, pero hay veces que se pasan. Pudo ser deporte olímpico en los ’90 pero pasaron una serie de cosas y no se hizo.

Me gustaría que el culturismo llegase a un punto donde se busque la calidad de vida de las personas, no a hacer excesos que pueden perjudicar la salud.

-¿Cómo te llega la oportunidad de trabajar con Seve y con la Selección Española de fútbol playa?

Yo siempre he aprendido de la gente que considero buena. Me he formado, he hecho algún curso de fisioterapia y he tratado de aprender siempre. Los jugadores del Racing y del TEKA de balonmano entrenaban conmigo. Hubo un entrenador, recuerdo, que creía que las pesas no eran buenas para el futbolista y mira, ahora lo hacen todos.

A través de Quique Setién, con quien coincidí en el Racing, me llevaron a un campeonato en Portugal con la Selección Española de fútbol playa. Hice muy buena relación con Quique, siempre compartíamos habituación y así comencé con ellos.

Un día me llamó Seve por teléfono, creo que en el año ’94. Me dijo que sabía cosas de mi vida que me admiraba y que quería que yo le llevase la preparación. Él era autodidacta, nunca había hecho preparación, era un genio. Y comenzamos a entrenar a los pocos días. Los jugadores de golf ahora son atletas, pero en aquella época no se llevaba tanto.

Joaquín Cabrero con su buen amigo Quique Setién
Joaquín Cabrero con su buen amigo Quique Setién

-¿Cómo recuerdas aquella época con Seve?

Fue inolvidable. Viajé a muchas competiciones con él, a Alemania, a Japón, a Italia, a Inglaterra… me quedó la espinita de no ir a Augusta, que me habría gustado. Descubrí lo que era el deporte profesional. Su vida era aeropuerto, hotel, campo de golf y así todos los días. Entrenaba ocho horas al día, por lo menos.

Viví el nacimiento de sus hijos y pasé con él los mejores años de mi vida. Era una persona impresionante. Conocí a fondo a la persona, pasaba mucho tiempo en su casa y conocí al Seve que mucha gente no conoce. No es fácil salir de una familia tan humilde como la suya y lograr todo lo que ha logrado.

-¿Crees que valoramos a Seve como se merece?

No. Cada día que paso por su estatua en Pedreña me enfado, porque esa estatua que le han hecho allí, en una curva que casi ni se ve, es una cosa insignificante para lo que él ha sido. He ido hace poco al pueblo de John Rahm y tiene una estatua de grande como un edificio.

Joaquín Cabrero entrenando con Seve Ballesteros
Joaquín Cabrero entrenando con Seve Ballesteros

-Tu viviste también la época dorada del fútbol playa, ¿cómo recuerdas aquella etapa?

Fui a Portugal porque Quique me dijo que fuese con ellos y después me hice uno más de la expedición. Fuimos a Brasil, a Montenegro… conocí futbolistas, pero sobre todo personas. A Míchel, a Butragueño, a Salinas, a Goicoechea, al propio Quique… valoro mucho esa parte humana de los deportistas que yo conocí. Mantengo relación a día de hoy con muchos de ellos y cuando vienen a Cantabria, vienen a verme. Estuve seis años con ellos y parece que estuvimos muchos más.

“El culturismo me salvó la vida”
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