sábado. 27.04.2024

La figura del ‘9’ se encuentra en peligro de extinción. Y la del nueve nacional, más todavía. Pero hubo una época en la que no sorprendía ver entre los máximos goleadores y trofeos pichichi a delanteros españoles. Dani Güiza, Mista o Salva Ballesta, único pichichi del Racing en toda su historia en Primera División. Hemos tenido la oportunidad de charlar un buen rato con el exariete verdiblanco y no esconde el cariño que le tiene al club, a la ciudad, a Cantabria, los amigos que hizo en su etapa en el Racing y su deseo de volver, en este caso como entrenador.

-¿Qué recuerdo tienes de Santander y de Cantabria de tu etapa en el Racing?

A nivel deportivo fueron dos años maravillosos en los cuales recuerdo todo prácticamente de manera grandiosa, aparte de que a nivel personal hice allí muchísimos amigos. Los sigo manteniendo y es una ciudad a la que voy muy a menudo y cuando voy, lo disfruto porque me lleva años atrás y me lleva a momentos muy agradables. Además, últimamente he ido por temas relacionados con el fútbol y he ido al estadio. Tengo grandes amigos en Santander.

-¿En qué situación se encuentra Salva Ballesta a nivel deportivo en el año 2023?

Ahora mismo estamos a la espera de que salga un proyecto, ya hemos pasado al nivel de considerar que no hay que salir ya a cualquier propuesta, yo creo que llevo una década dando barrigazos de un lado para otro, cogiendo esos conocimientos, oliendo banquillo y ya es el momento de dar el salto a un proyecto que te permita estar arriba y disputar ascensos. Sí que es verdad que han salido cosas este verano, pero ya consideramos que tenemos que dar ese salto y para eso vamos a luchar. Cada vez somos más entrenadores y los equipos son los mismos, nos vemos muy capacitados para coger cualquier tipo de proyecto, no solamente yo, sino todo el equipo que va conmigo y vamos a esperar a encontrar algo que nos satisfaga y que sobre todo nos ayude a crecer.

También colaboro con diferentes medios en Andalucía, en temas relacionados con la Selección Española, con el Atlético de Madrid… en fin, que no paramos (ríe), pero siempre vinculado al fútbol que es lo que nos gusta.

-Como entrenador te ha tocado vivir pues un poquito ese fútbol de barro y esa guerra que es la Segunda División “B”, ahora Primera Federación, pero en equipos importantes como Algeciras, UCAM, San Fernando… ¿Cómo valoras hasta ahora tu etapa en los banquillos?

Han sido experiencias muy enriquecedoras porque no solamente se crece cuando se hace buenos años como en el Malagueño o el Jaén, incluso en Móstoles, que nadie esperaba que fuéramos y luego estuvimos ahí en un mano a mano en el minuto 85 contra la Real Sociedad para un ascenso a Segunda. Cada vez hay menos paciencia por parte de los dirigentes o los directores deportivos y hay cambios constantemente. El año pasado creo recordar que en Primera RFEF hubo 49 entrenadores. Son proyectos a muy corto plazo, esta es una presión que, o la amas, o es mucho más perjudicial que beneficiosa. Cuando estás en el Real Madrid, Atlético de Madrid o Barcelona, el único que está haciendo las cosas bien es el que va primero. Así es el fútbol.

-Pero bueno, tu intención es seguir entrenando a corto plazo, ¿verdad?

No tengo duda. Además, uno de mis deseos sería devolverles a todos aquellos clubs que me han dado la oportunidad de vestir su camiseta lo que me han entregado, en este caso, devolvérselo desde el banquillo.

-Precisamente uno de esos equipos que más te han dado ha sido el Racing, ¿cómo recuerdas aquellos dos años?

No voy a olvidarme de Nando, de Preciado, de Benítez… fueron personas y entrenadores muy importantes a nivel personal y deportivo

La primera temporada fue un poco convulsa porque tuve una lesión de ligamento de las rodillas y estuve bastante tiempo sin jugar. Yo era un jugador de peso, un jugador que necesita tener una preparación importante y eso retrasó mi puesta a punto, no fue el año deseado, pero bueno el equipo confiaba en mí, los entrenadores confiaron en mí y al año siguiente desde pretemporada noté muy buenas sensaciones. Empecé a encontrarme otra vez con el gol y fue un año fabuloso, un año en el que me vi rodeado de una gran plantilla, de un compañerismo brutal, de entrenadores muy importantes en mi carrera. No voy a olvidarme de Nando, de Preciado, de Benítez… fueron personas y entrenadores muy importantes a nivel personal y deportivo, me dieron esa confianza que requieres para conseguir ese tipo de éxitos. 

-¿Cómo era aquel grupo que te encontraste en el Racing?

No éramos una plantilla normal porque teníamos una amistad más allá del fútbol. Víctor Sánchez, Amavisca, Arzeno, Munitis… era una plantilla de las que terminábamos de entrenar y nos veíamos para tomar una cerveza, un vino o unos pinchos, siempre estábamos ahí en muchos aspectos juntos, éramos un equipo y eso fue la clave del éxito.

Salva Ballesta en el Racing
Salva Ballesta en el Racing

-Y Nando Yosu, ¿cómo era de especial su figura?

Yo recuerdo a Nando como un entrenador-padre, simplemente el aspecto físico que tenía y la manera que tenía de hablar ya te llevaba al lado de la ternura, de la confianza, del trabajar por él, de ver lo que había sido en el mundo del fútbol, sobre todo en Cantabria y en el Racing. En ese sentido tenía muchísimo ganado y la verdad que la gente se identifica mucho con aquella plantilla porque era una plantilla de guerreros, de gente trabajadora y que defendía el escudo. 

Yo recuerdo que terminábamos los entrenamientos y después nos íbamos a tomar algo y por la tarde nos volvíamos a ver 8 o 10 jugadores en el gimnasio, nos podían llamar un poco los pesaditos (ríe) porque íbamos allí a seguir trabajando gimnasio, a hacer fútbol-tenis y esas cosas son las que a la hora de verdad te ayudan luego en el césped. Tú estás teniendo un problema y yo voy a solventar tu problema porque mañana me vas a solventar a mí el mío. Así es el hermanamiento y el tiempo juntos hace equipo de verdad, ahora es diferente porque la sociedad cambia porque la gente es más independiente, cada uno va con su teléfono, sus redes sociales, ya no es tan accesible el futbolista.

Yo antes quedaba con los periodistas para hacer una entrevista, ahora tienes que pasar un protocolo, no sé a nivel de Racing, pero en el Atleti, Madrid o Barça, es más fácil entrevistar al Papa (ríe).

-¿Cuál es tu mejor recuerdo de esos dos años en Santander?

Mis años en el Racing fueron de los mejores años de mi vida a nivel personal y a nivel deportivo

Uf, esa es la típica pregunta que cuando la haces, te hace el cerebro “pam” y no te acuerdas absolutamente de nada (ríe). De esos dos años lo primero que me viene a la cabeza son los compañeros. Por ejemplo, Jesús Merino, que para mí no solamente fue un capitán, sino que fue un amigo y me ayudó muchísimo. Yo salí de Sevilla siendo un crío y el tío me acogió, me mimó, me cuidó, igual que Sánchez Jara. El mejor momento fueron todos los momentos, cualquier comida sin parar de reírnos. Ya no ves que los equipos terminen de entrenar y se vayan juntos a tomar una cervecita y eso lo hacíamos nosotros constantemente. Salíamos y nos íbamos a El Diluvio y ahí nos tirábamos un par de horas, iban llegando compañeros y se iban yendo otros. Tengo un montón de anécdotas con Cali, con Sietes… mis años en el Racing fueron de los mejores años de mi vida a nivel personal y a nivel deportivo.

-¿Y alguna de esas anécdotas que se pueda contar?

Te voy a contar una sobre mi fichaje por el AC Milan. La comitiva del Milan estaba con mi representante en el estadio para cerrar el contrato, iban a pagar un traspaso de 1.700 millones de pesetas, que era la cláusula. Eran las doce de la noche y claro, si yo soy presidente y me llama un jugador y me dice que mañana me van a dar esto, ya yo le doy dos besos, o sea yo no me preocupo si estaba durmiendo o no estaba durmiendo, yo lo llamé al presi y me dice “ah, cojonudo, tal”. Al día siguiente iba a quedar con mi representante en Madrid, con Braira, el responsable del Milan, lo recogen en un Ferrari, lo llevan allí a una casa en Madrid… ¿y quién apareció? Nadie. No apareció nadie porque se metió un club por medio y se cerró el fichaje de José Mari por el Milan. Estaba ya todo hablado, pero luego mi siguiente presidente, Jesús Gil, tuvo que hacer una maniobra para arreglarlo y fiché por el Atleti. Luego estuve llamando constantemente a Braira, pero nada, el Milan era uno de los mejores equipos de Europa en aquel momento y cualquiera quería ir. Finalmente fui al Atlético de Madrid, que evidentemente es un grande también, pero que no dejaba de jugar en Segunda aquella temporada. Tenía ya las cantidades pactadas para los cinco años, los viajes, la casa… todo estaba y a ese mismo contrato le hicieron un corta y pega con el nombre de José Mari.

El saludo militar se convirtió en su celebración más icónica
El saludo militar se convirtió en su celebración más icónica

–Comentas que tienes un gran recuerdo de tu etapa en el Racing, ¿has tenido la oportunidad de volver al Racing en alguna ocasión, como entrenador o como jugador?

No, en ninguna ocasión. Si te soy sincero sí que me hubiera gustado tener alguna comunicación o por lo menos el hecho de cambiar impresiones con las direcciones deportivas y demás, pero bueno yo entiendo que en este mundo de fútbol hay mucho grupo de representación, un grupo va con uno, otro va con otro…

Pero sí me habría encantado y espero que en un futuro se consiga porque sería uno de mis deseos, el poder tener la posibilidad de devolverle al Racing desde los banquillos lo que me dio como jugador.

El Racing siempre ha sido cuna de buenos futbolistas

Me encantaría poder volver aquí a El Sardinero, podría decir que el Racing es el equipo, sin ningún tipo de dudas, que me catapultó a estar en las zonas altas de los delanteros en España y poder ir a un Atleti, a un Valencia, a la Selección. El Racing siempre ha sido cuna de buenos futbolistas: el último Pablo Torre, que ha ido al Barça, Munitis, Colsa, Esteban Torre, Pablo Casar, Ceballos…

Salva Ballesta defendiendo la camiseta de la Selección Española
Salva Ballesta defendiendo la camiseta de la Selección Española

Salva Ballesta sueña con el banquillo del Racing
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