jueves. 09.05.2024

Contar con personajes históricos como vecinos es casi una proeza tan remarcable como insólita que se convierte en completamente excepcional si se pertenece a una localidad que vagamente supera los 2.000 habitantes. Ese es el caso del municipio de Arnuero (Trasmiera) y, más concretamente, de uno de sus núcleos de población, Castillo Siete Villas, que puede presumir de haber visto nacer a grandes genios adelantados a su tiempo que marcaron un antes y un después en sus respectivas áreas, dejando tras de sí un inigualable legado admirado por propios y extranjeros.

Desde sublimes maestros creadores de la campana más grande de la nación y la tercera de la cristiandad –como Alejandro de Gargollo y su magnum opus, voz de la Catedral de Toledo– hasta aquellos primeros “héroes del aire” –como calificaría María del Carmen González Echegaray, Académica Correspondiente de la Real Academia de la Historia, al aviador Salvador Hedilla–, pasando por grandes arquitectos que alcanzaron la inmortalidad con sus obras –como el irrepetible Juan de Castillo–. Diferentes eminencias para diferentes campos, pero todos con algo en común: sus orígenes en una pequeña localidad de la Cantabria Oriental.

Catedral de Toledo con la campana de Alejandro de Gargollo
Catedral de Toledo con la campana de Alejandro de Gargollo

Sin embargo, no siempre es oro todo lo que reluce. Hubo un tiempo en que las historias de estas figuras fueron quedando en un vago recuerdo que habitaba en las mentes más veteranas del lugar y el irremediable paso de los años las condenó al olvido en un cajón durante más tiempo del justificable. Porque, como bien señala José Manuel Igual, alcalde de Arnuero, “España siempre ha tratado muy mal a sus héroes”, sentencia que quiso revocar mediante la creación de diversas iniciativas tan pronto como tuvo conocimiento de la magnitud de sus vecinos. “Siempre se dice que nadie es profeta en su tierra. Yo quiero cambiar eso. Yo quiero que todos sean profetas en mi tierra porque estoy profundamente orgulloso de ellos y de lo que consiguieron”, afirma. Y esa aspiración no caería en saco roto, sino que se iría convirtiendo paulatinamente en una realidad incuestionable.

El comienzo de esa travesía se remonta a hace más de dos décadas, cuando una petición de la Consul Honarario de Brasil, la Dra. María Ealo de Sá, se materializaría en la primera resolución para el fomento del recuerdo de los personajes más ilustres del municipio, concepto al que Igual se refiere como “memoria colectiva”. Esa primera piedra sería la denominación oficial de la principal rotonda de la localidad como la “Glorieta del Arquitecto Juan de Castillo”, aprobada por unanimidad en el pleno del 10 de febrero de 1999. Pero los homenajes no se detuvieron ahí. Libros, conferencias, sellos, visitas guiadas teatralizadas, monumentos… Tanto el Consistorio como los vecinos se volcaron completamente en devolver a sus paisanos el reconocimiento que merecen y del que disfrutaban en tierras lejanas.

El primer homenajeado no podía ser otro que el ‘Arquitecto del Mundo’, el niño que jugaba a construir torres y que hizo sus primeros pinitos en la iglesia de su pueblo –dedicada a San Pedro Apóstol– para acabar consagrándose en el Olimpo de la Arquitectura como la única persona con cinco monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en su haber. Juan de Castillo fue un pionero que, afrontando la imposibilidad de trabajar para su rey –puesto que Felipe II ‘El Prudente’ ya contaba con otro renombrado maestro cantero de su misma región, Juan de Herrera, conocido por ser el artífice del Real Monasterio de El Escorial–, buscó un futuro mejor en Portugal, país donde se convertiría en un ídolo. Pero el camino hasta tierras lusas debió esperar un poco.

Iglesia de San Pedro Apóstol
Iglesia de San Pedro Apóstol

Al abandonar su hogar puso rumbo a Burgos, que se encontraba en plena construcción de la archiconocida capilla del Condestable de la Catedral. En esa primera gran obra –que también sería reconocida siglos después como Patrimonio de la Humanidad– es donde comenzó a “consolidar su formación, tomando diversos elementos que más tarde aparecerían en su trayectoria portuguesa”, según explica Jaime Nuño González, licenciado en Arqueología e Historia Medieval. Tras sus aprendizajes en tierras castellanas, puso rumbo a diferentes lugares de la geografía española, dejando su legado en 14 obras diferentes. La siguiente se cree que fue la Lonja de Valencia, seguida por una breve estadía en Toledo, donde contactaría con el taller de los Egas que se le llevarían hasta Galicia para trabajar en el Hospital de peregrinos de los Reyes Católicos, hoy Parador Nacional, en plena Plaza del Obradoiro. Pero sería mientras trabajaba en la Catedral de Sevilla, en 1507, cuando fue llamado por el Arzobispo de Braga, Don Diogo de Sousa, para participar en la dirección de la construcción de la Capilla Mayor de la catedral de la que era titular. Él no lo sabía, pero su vida estaba a punto de cambiar para siempre junto con la Historia de la Arquitectura.

Portugal fue, sin duda, el país que más se benefició de la incomparable habilidad del genio. Juan de Castillo llevaría a cabo 26 trabajos para la corona lusa –todos ellos en territorio peninsular salvo dos realizados en el continente africano–, la gran mayoría  de ellos como arquitecto de cámara de Manuel I ‘el Afortunado’, conocido por los españoles como el marido de dos de las hijas de los Reyes Católicos. Así, se convirtió en el máximo exponente del estilo manuelino –caracterizado por la mezcla de motivos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y el renacimiento–, siendo su obra culmen la construcción del Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belém, en la capital del país, donde descansan los restos del propio monarca y su familia.

Proyecto alegoría al Monasterio de los Jerónimos en la Glorieta del Arquitecto Juan de Castillo
Proyecto alegoría al Monasterio de los Jerónimos en la Glorieta del Arquitecto Juan de Castillo

Justamente su obra maestra se convertiría más de cinco siglos después en protagonista de una de las iniciativas más ambiciosas del lugar que le vio nacer. Se trata del gran proyecto elaborado por el Ayuntamiento de Arnuero como homenaje a su figura con motivo del –aproximado– 550 aniversario de su nacimiento. Este ha consistido en una alegoría de las cuatro columnas del mencionado monasterio –Patrimonio de la Humanidad– rodeado por árboles autóctonos pertenecientes al Monte de El Cincho, que se colocará junto a una inscripción conmemorativa en el centro de la rotonda que lleva su nombre. Para llevar a cabo dicha obra, aprobada unánimemente por todos los grupos, se ha contado con la participación de arquitectos tanto españoles como portugueses, que también han colaborado en un libro creado por la Sociedad Cántabra de Escritores llamado ‘Juan de Casillo: de maestro cantero a arquitecto universal’ que cuenta, asimismo, con la colaboración del vicepresidente del Gobierno regional, Pablo Zuloaga. Una obra faraónica donde las haya puesto que, como bien señala su alcalde, “ya es difícil poner de acuerdo a gente de un solo país, pues imagínate de dos”. Se calcula que esté finalizado antes de 2025.

Pero los homenajes no se han quedado ahí. El pasado 13 de noviembre de 2020 el Ayuntamiento se ponía en contacto con la Sociedad Estatal de Correos para solicitar la emisión de un sello conmemorativo a su figura, petición aceptada el pasado mes de abril y que ya figura en todos los documentos y sobres oficiales del Consistorio.

Además, por si todo esto fuera poco, se ha editado un cuento bilingüe –en castellano y portugués– llamado ‘Juan de Castillo, un arquitecto capaz de construir el mundo’ como forma de acercamiento de su figura a las generaciones más jóvenes.

Sello conmemorativo del 550 aniversario del nacimiento de Juan de Castillo
Sello conmemorativo del 550 aniversario del nacimiento de Juan de Castillo

Todas estas iniciativas se han visto recompensadas por la Asociación Hispania Nostra, que condecoró al municipio en la categoría ‘Intervención en el Territorio o el Paisaje', por la “actuación íntegra y sostenida del Ayuntamiento siguiendo un plan estratégico local que promueve una nueva gestación y uso del territorio basados en la recuperación y revalorización del patrimonio histórico, cultural y natural, concebidos como un todo patrimonial”, según expresó Aurelio González-Riancho, delegado de la asociación en Cantabria.

Si “muy pocas regiones españolas, y aun europeas, han aportado a la Historia de la Arquitectura mayor cantidad de artistas que Cantabria”, como defiende José Martí Solaeta Pérez, exconsejero de Obras Públicas, Vivienda y Urbanismo, la aviación tampoco es un apartado en que ‘la Tierruca’ se haya quedado atrás. Los vecinos de Arnuero, y especialmente de Castillo, pueden presumir también de contar como paisano con la primera persona que cruzó volando el Mediterráneo desde Barcelona hasta Palma de Mallorca: Salvador Hedilla Pineda. Todo un hito que tuvo gran repercusión tanto nacional como lejos de nuestras fronteras.

Nacido en el barrio de La Pedrosa el 9 de noviembre de 1882, fue definido por Emilio Herrera Alonso en su libro ‘Salvador Hedilla, aviador de romance’ como “un aviador excepcional, dotado de extraordinario valor y mucha habilidad para el vuelo, de gran elegancia espiritual, generoso y recto, con todas esas virtudes envueltas en un cuerpo atlético de aventajada talla, y manifestadas a través de un temperamento extrovertido y ruidoso, campechano y simpático, que no lograba esconderse tras un ostentoso bigote a la borgoña (…). Un hombre que se entregó al vuelo con pasión de profeta y de apóstol, y supo convertir “el sudor de su frente” en la más incitante actividad que para él podía existir”.

Hedilla abandonó Castillo a los 17 años de edad con destino Buenos Aires, donde trabajó en una compañía de ferrocarriles, pero fue en 1911 cuando su vida cambió para siempre. Aquel año conocería la aeronáutica y ya no hubo marcha atrás. Escasos meses después abandonaría Argentina para no regresar jamás con un nuevo destino: Francia, la meca de la aviación. Dos años más tarde regresaría a España con su licencia de piloto bajo el brazo para ganar la Copa Montañesa de Aviación –hazaña en la que tuvo que sobrevolar en un solo día el trayecto de 635 kilómetros que separan Santander de Angulema–. Poco después realizaría una breve estancia en Cuba y, tras una fugaz experiencia como instructor de vuelo en la Escuela Nacional de Pilotos de Getafe, recaló en la Ciudad Condal, donde se convirtió en Director de la Escuela Catalana de Aviación, cargo que ostentaría hasta su muerte. Fue en esta época, más concretamente el 2 de julio de 1916, cuando realizó ese ya mencionado gran hito de la historia de la aviación que le valdría la Copa del Mediterráneo.

Busto de Salvador Hedilla en Castillo
Busto de Salvador Hedilla en Castillo

Se suele decir que los héroes han de morir jóvenes, porque así nunca dejarán de ser jóvenes y héroes. Hedilla era ambas cosas, razón por la que el 30 de octubre de 1917 el mundo perdió a un genio a los 34 años víctima de ese “pájaro de hierro” que atemorizaba tanto como impresionaba a las masas.

Su pueblo no quiso que sus proezas también cayeran en el olvido, por lo que en 1992 la Junta Vecinal de Castillo publicaría el mencionado ejemplar para recoger su vida y obra, siendo reeditado 13 años después por el Ayuntamiento. Con motivo del centenario de su fallecimiento se siguieron sucediendo los actos conmemorativos, siendo el más destacable de todos la colocación de una réplica de su avioneta en la otra rotonda del pueblo, que también lleva su nombre, en una de las entradas de la localidad. Igual lo define como “nuestro Howard Hughes” y razones no le faltan, siendo un claro ejemplo de ello la celebración organizada por la presidenta del Consejo de Mallorca, que invitó a los miembros del Consistorio a la isla como homenaje a quien para los mallorquines es un héroe. “Nos agasajaron, fuimos portada del periódico más importante de la zona, nos recibieron en el salón de plenos y nos permitieron dar una conferencia. La propia presidenta nos recalcaba lo importante que es para ellos que, con la cantidad de turistas que llegan a su tierra cada año en avión él fuera el primero. De hecho, fue durante nuestra estadía allí que descubrieron el monolito en su honor”, recuerda el alcalde.

Asimismo, el Ayuntamiento también participó en el libro ‘Salvador Hedilla, un piloto audaz’ que Pedro Arce Díez escribió en 2017 como arte de los actos por el centenario del nacimiento del piloto. “En los primeros años de este siglo, un aeroplano era algo tan insólito en casi todas partes, que por verlo de cerca recorrían las gentes decenas de kilómetros”, decía Herrera, e Igual lo confirma. “Estamos hablando de un hombre de un municipio minúsculo, de una clase social más bien baja y que tuvo muchas más complicaciones a lo largo de su vida que algunos de sus coetáneos. Por eso es tan importante recalcar lo que hizo. Fue un hombre que pasó de labrar el campo a pretender cruzar el Atlántico en su avioneta. Era algo insólito y por eso tenemos que darle el mérito que merece”, afirma. Y en esas siguen, aunque ahora con la satisfacción de saber que cada vez hay más conocimiento ya no solo de Hedilla, sino de los grandes nombres de la localidad.

Libro 'Salvador Hedilla, un piloto audaz' editado en el centenario de la muerte del piloto
Libro 'Salvador Hedilla, un piloto audaz' editado en el centenario de la muerte del piloto

La celebración de todos los homenajes mencionados ha influido, según comenta el alcalde, “no sólo en el turismo, que también. Es innegable que nos ha puesto en el mapa, nos ha convertido en un reclamo. No todo el mundo puede presumir de tener una concentración de genios como la nuestra en un municipio ya pequeño de por sí, que en vida de nuestros homenajeados lo era mucho más. Sino que, además, hemos contribuido al conocimiento de su historia en la red, puesto que antes de llevar a cabo todas estas iniciativas no había casi información sobre ellos en internet. Hemos intentado dar la máxima difusión a ambos”, comenta, y no hay duda de que lo han conseguido.

No obstante, las aspiraciones de Igual no se quedan ahí. Una vez finalizados los homenajes a la figura de Juan del Castillo le gustaría hacer algo en recuerdo de los Venero, señores de la torre que lleva su nombre, aspiración que seguro que llevará a cabo como ya ha demostrado en anteriores ocasiones.

Como afirmaba Emilio Herrera Alonso: “Solo de tarde en tarde surgen hombres que, con un raro fulgor, iluminan a su época y a la Humanidad; hombres que con su inteligencia, entusiasmo, valor y entrega de sí mismos, marcan un hito y dejan huella indeleble en el ámbito en el que desarrollan su actividad, siendo ejemplo para sus contemporáneos y estímulo para sus seguidores”, y no cabe duda que tanto Salvador como Juan fueron parte de ese exclusivo grupo.

 

 

Castillo Siete Villas, cuna de genios
Comentarios