viernes. 26.04.2024

Pedro de Padilla, el poeta jiennense del siglo XVI desconocido y recuperado (I)

Un poeta apreciado, interesante en vida, y arrumbado después durante más de cuatrocientos años, hasta que en el siglo pasado se le comienza a reconocer a través de investigaciones serias y rigurosas.

Mi consideración y agradecimiento a Mely Espasande, ex directora de la Casa de Cultura Fundación Fredo Arias de la Canal de Potes, y a Javier Iglesias González, por las facilidades que he tenido por su parte en cuanto a la documentación para este artículo.

No quiero amor con ninguna,
que adibino
que andarán dos al moýno
conmygo: Amor y Fortuna.

Del CANCIONERO AUTÓGRAFO DE 
P[EDR]O DE PADILLA, CRIADO
DE CELIA
Manuscrito 1579 de la Biblioteca Real de Madrid -año 1578- (2007)
(Edición de 
José J. Labrador Herraiz 
Ralph A. DiFranco)

En el bachillerato de los años 60s al menos, no se conocía a este poeta andaluz. Desconozco si en las sucesivas reformas académicas posteriores se da parte de él. Excusen mi desconocimiento de la existencia y de la obra de este poeta andaluz de Linares pasados tantos años y peinados tantos libros, si es que mi instrucción sobre él sí hubiese sido de obligado cumplimiento. A mí, no me ha llegado una idea suya hasta hace unos pocos años.

Da igual esa tardanza. Leyéndole, me ha dejado un regusto renacentista y ha hecho que su hallazgo haya sido justo, porque Pedro de Padilla (Linares, 1549~1550 - Madrid, 1600) poseyó un merecido y considerable cartel y saboreó una notoria reputación en su época, que no era sino el Siglo de Oro, la edad de mayor belleza, brillo y gloria en las artes y en las letras españolas.

En el siglo pasado se le comienza a reconocer a través de investigaciones serias y rigurosas

Un poeta apreciado, interesante en vida, y arrumbado después durante más de cuatrocientos años, hasta que en el siglo pasado se le comienza a reconocer a través de investigaciones serias y rigurosas. Aurelio Valladares Reguero, en La revalorización crítica del poeta Linarense Pedro de Padilla (2011), ofrece, desde la segunda década del siglo XX hasta el año 2010, una relación de medio centenar de trabajos y estudios sobre el poeta. 

Por otra parte, y más acá en el tiempo, el castellano-manchego José J. Labrador Herraiz, entregado a la enseñanza durante más de cuarenta años en la State University de Cleveland, junto con Rafael DiFranco, catedrático en la de Denver, se han entregado al estudio de este poeta desatado, amigo del autor del Quijote, quien alabó su obra, lo mismo que hizo Lope, significando los dos últimos versos la 'minoría de edad' que acusaba la poesía:

    (...) Linares arrogante, juſtamente, 
    A la voz de la Fama alçò la frente
    Por Pedro de Padilla,
    Padilla, de aquel Siglo marauilla,
    En que las Muſas, aunque hermoſas damas,
    andauan en los braços de ſus amas
Lavrel de Apolo, silva primera (1630), Lope Félix de Vega Carpio

Su poesía no religiosa se condensa en tres amplios ejemplares poéticos: el Thesoro de varias poesías (1580), las Églogas pastoriles de Pedro de Padilla y ivntamente con ellas algunos Sonetos del mismo Auctor (1582) y el Romancero de Pedro de Padilla en el cval se contienen algunos sucessos que en la jornada de Flandres los Españoles hizieron. Con otras historias y poesías differentes (1583); no obstante, como decimos, esta colección de poesías y canciones hubo de permanecer en el mutismo durante más de cuatrocientos años, hasta que el asombroso y fascinante trabajo conjunto y colaborativo de Labrador Herraiz y DiFranco se lanzase a recuperar a este poeta renacentista de Jaén.

El porqué de este olvido lo explica Pablo Jauralde en la recensión literaria que escribe sobre el "Cancionero autógrafo de Pedro de Padilla", en el Cancionero autógrafo de Pedro de Padilla. Manuscrito 1579 de la Biblioteca Real de Madrid, editado por J. Labrador Herraiz y Ralph A. di Franco y publicado en México por el Frente de Afirmación Hispanista, A. C.:

Son los jóvenes que traen el romancero nuevo bajo el brazo, los que acabarán por imponer las seguidillas, como Félix (Lope de Vega), Luis (de Góngora) y otros menos conocidos hoy. Se está produciendo un cambio sustancial en los gustos estéticos que va a afectar a todos los géneros; pero eso es otra historia y antes de que ocurra, al final de la década de 1570, un curioso personaje, que acabará siendo carmelita descalzo en Madrid, el jienense -de Linares- Pedro Padilla (+ circa 1600), recoge en un cartapacio lo que la gente canta, y lo glosa o toma como motivo para una nueva canción.

De lo que no carece el Manuscrito es de las versiones y notas de las composiciones poéticas cantadas conocidas en el ambiente, un bello conjunto de breves cantares, aún actuales, que Padilla produce y versiona poética y musicalmente. Son, como decimos, micropoesías muy escuetas, como este villancico.

            Si amores me an de matar,
aora tienen lugar.

Texto 23, Cancionero autógrafo de Pedro de Padilla, Labrador y DiFranco


Quedito, no me toquéis,
entrañas mías,
que tenéis las manos frías.

Texto 158, Cancionero autógrafo de Pedro de Padilla, Labrador y DiFranco

A la edad de treinta y cinco años, Pedro de Padilla toma el hábito de los carmelitas calzados, lo que no le impedirá seguir por los caminos de la poesía, en este caso religiosa. Laica o religiosa, este carmelita comenzó a importar a Labrador y a DiFranco, debido al auge que tenía en su tiempo, aunque, más tarde, sus cantares irían aflojándose con lentitud pero con el apremio de la moda y del olvido, en este caso durmiendo el manuscrito durante todo este tiempo en la Biblioteca Real de Madrid.
    

Pedro de Padilla, el poeta jiennense del siglo XVI desconocido y recuperado (I)
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