viernes. 26.04.2024

El último tren de Cantabria se llama Norte

El Norte de España se reivindica como destino turístico alternativo a la  masificación de sombrillas. Lugares como Cantabria (la pongo la primera), Galicia, Asturias o País Vasco (detrás de las cuales estamos realmente en pernoctaciones), cobran mucha fuerza como mejor elección vacacional. Las otras tres comunidades se venden más, sobre todo en el exterior. Y no debería ser así, especialmente cuando Cantabria acaba de ser elegida enclave europeo excepcional, hecho que habría que dar a conocer en todo el mundo.

Como Cantabria no puede vivir eternamente esperando a que el Estado Central se digne dotarla de un AVE y mejores infraestructuras, estamos obligados a repensar la situación más propicia para el futuro a medio y largo plazo de la maravilla natural, casi única añadiría por amor a mi tierra, que es esta comunidad norteña. Los empresarios españoles vieron mayormente en abrirse al exterior una solución amortiguadora a la dura crisis que les golpeaba aquí, sin compasión. Ese fue y sigue siendo su salvoconducto para seguir en la senda de la prosperidad, y evitar el retroceso o, peor aún, el cierre.

Lo expongo así, porque Cantabria tiene nuevamente en su mano una oportunidad de crecer a costa de un turismo que valora especialmente todo lo que ofrece esta región, huyendo de las masificaciones que conllevan colocar la  sombrilla en la playa o la toalla sobre las tumbonas que hay alrededor de la piscina del resort, cuando aún no ha amanecido. Muy al contrario, Cantabria entera desestresa, pero tienen que conocernos mejor, tanto por lo que somos, lo que tenemos y lo mucho que podemos ofrecer. Lo creamos en mayor o menor medida, tenemos pendiente vendernos más en el resto de España y todo fuera, en el resto de países del mundo. Ya que contamos con referentes culturales que aúnan el pasado (la prehistoria más importante) con el presente (Centro Botín), todas estas instituciones público-privadas están obligadas a trabajar juntas mediante un consorcio que tenga como única finalidad dar a conocer Cantabria en el exterior.

Las instituciones están obligadas a trabajar juntas mediante un consorcio cuya única finalidad sea dar a conocer Cantabria en el exterior

La promoción más allá de nuestras fronteras siempre ha sido una asignatura con escasa nota, pese a su demanda por parte del sector hostelero, que va siempre dos pasos por delante, precisamente por dedicarse al turismo, los servicios y el ocio que cabe prestar a los visitantes. Incluso si nos medimos con nuestros vecinos del norte, no es casualidad que Galicia, Asturias y País Vasco estén por delante en pernoctaciones. Dos hechos o cuestiones marcan la diferencia. La principal es que las campañas promocionales son constantes y en los lugares estudiados para sembrar la semilla, como hace Guipuzcoa con Francia o Estados Unidos. La segunda pata se apoya en que un proyecto concreto de turismo, como haya podido ser el Año Jubilar Lebaniego, debe ir inmediatamente seguido de otro. Galicia no frena ya ni queriendo a los amantes de hacer el Camino de Santiago. Que una de las grandes editoras mundiales de viajes como es la Lonely Planet se haya fijado en este 2018 en Cantabria es como para hacerlo valer en el resto del mundo, hasta que se nos quiten las ganas por tantos viajeros que nos visitan de enero diciembre (#CantabriasomosPlanet). Nos ocurre a nosotros, cuando otras tantas regiones del mundo pagarían un alto precio por ello, ¿y no lo explotamos?

Un proyecto concreto de turismo, como haya podido ser el Año Jubilar Lebaniego, debe ir inmediatamente seguido de otro

La lista Best in Europe 2018 de Lonely Planet nos vende mejor que nosotros a nosotros mismos. Escuchen: tal reconocimiento reconoce nuestra riqueza cultural, histórica, paisajística o gastronómica, además de por las comunicaciones internacionales a través del aeropuerto Seve Ballesteros, con numerosas conexiones a Europa, y el Puerto de Santander, que acaba de poner en marcha la línea de ferry con la ciudad irlandesa de Cork. Esta guía mundial no olvida tampoco la bahía de Santander a la que se acaba de sumar el Centro Botín, ni tampoco playas, montañas o parajes inigualables como Picos de Europa. Se puede contar más alto, y eso es lo que precisamente se debe acometer desde Cantabria. Hoy además contamos con una doble ventaja que en los prolegómenos de la llegada del turismo a España no existía. Me refiero a Internet y las redes sociales. Muchas cuestiones están cambiando, y la movilidad turística es una de ellas, porque entran en juego ya muchas cuestiones que no tienen que ver solo con el clima o la seguridad. La Cordillera Cantábrica está muy bien posicionada dentro de esta nueva configuración del turismo. Y Cantabria, como si se tratara de su última gran oportunidad, no puede perder este atractivo tren llamado Norte.

El último tren de Cantabria se llama Norte
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