sábado. 27.04.2024

Valdecilla, 90 años en busca de la excelencia

Nuestro hospital, Valdecilla, ha pasado por muchos avatares: por épocas de opulencia -las menos- y de escasez de recursos, por titularidad privada y pública, por reconocimiento de su singularidad y por sometimiento a normas uniformadoras en el seno de un sistema de salud.

Hace casi treinta años que el libro 'En busca de la Excelencia', de Tom Peters, revolucionó el mundo de la gestión hospitalaria. Por muchas razones, ese título serviría para describir la trayectoria del hospital Valdecilla desde su misma fundación en 1929.

Nuestro hospital, Valdecilla, ha pasado por muchos avatares: por épocas de opulencia -las menos- y de escasez de recursos, por titularidad privada y pública, por reconocimiento de su singularidad y por sometimiento a normas uniformadoras en el seno de un sistema de salud. Pero siempre ha pervivido un espíritu inquieto, inconformista, innovador, que buscaba la excelencia.

Desde su fundación, la Casa de Salud Valdecilla proscribió el sistema de oposición para seleccionar a los jefes de servicio, que eran elegidos mediante concurso abierto-elección directa por un Comité Asesor del Director del hospital, formado por las máximas figuras de la medicina española de la época: D. Santiago Ramón y Cajal, D. Sebastián Recasens, D. Pío del Río Hortega, D. Gregorio Marañón, D. Misael Bañuelos, D. Mariano Gómez Ulla, D. Ramón López Prieto, D. Manuel Bastos Ansart, D. Juan Madinaveitia, D. Roberto Novoa Santos, D. Gonzalo Rodríguez Lafora,. amén de afamados profesores de París, Bonn o Buenos Aires. Se trataba de elegir en cada caso al mejor, al idóneo, de buscar los talentos que hicieran de Valdecilla un hospital de vanguardia. Algo inimaginable entonces y ahora en una pequeña ciudad española periférica o dentro de una organización centrada en falsos igualitarismos regidos por la mediocridad.

El hospital de todos los Cántabros, merece un trato singular como singular ha sido su trayectoria y su posición en el conjunto de los hospitales españoles

Los grandes cambios en la historia de Valdecilla que, rompiendo con el ritmo lento y monótono de una empresa de tal envergadura e inercia, implicaban saltos cualitativos hacia delante, alardes de imaginación, acción con vocación innovadora. Cierto que sus protagonistas gozaron de márgenes de suficiente libertad para hacerlo, sea por su posición de mecenazgo en el caso de Ramón Pelayo sea por su peso político y social  en el caso de  López Vélez pero, sobre todo, debemos reconocer su imaginación para percibir que la calidad del capital humano y la innovación son claves para destacar en un dispositivo sanitario en el que todos tienen acceso a la misma tecnología.

En busca de la excelencia, atrayendo talentos, imaginando el futuro, poniéndose manos a la obra (... hacer las cosas es mucho mejor que hablar de ellas, actúa) a veces con la tediosa obligación de explicar lo obvio: que Valdecilla, el hospital de todos los Cántabros, merece un trato singular como singular ha sido su trayectoria y su posición en el conjunto de los hospitales españoles.

Debe hacerlo, en esta nueva época que ahora comienza, buscando sinergias con la Universidad. Si Valdecilla es una realidad que excede lo predecible para una región de medio millón de habitantes, la Universidad de Cantabria, Campus de Excelencia, no lo es menos. Valdecilla lleva el apellido de Universitario desde el Convenio de 1990, pero siempre lo fue. Superadas desconfianzas más personales que institucionales, Valdecilla y la Universidad han de potenciarse mutuamente desde la cooperación propia de espíritus generosos e inteligentes.

La excelencia que viene persiguiendo Valdecilla desde hace más de ochenta años, merece respeto y apoyo, imaginación y generosidad

Mientras tanto, también demasiadas veces, Valdecilla se encuentra en el ojo del huracán de la política partidaria. No es que se pretenda, por supuesto, sustraer empresa tan importante y con tan elevados presupuestos del control parlamentario, en definitiva del control por los representantes de los contribuyentes y usuarios. Pero es exigible altura de miras. Tan rechazable, por mezquino, sería utilizar los pequeños eventos del día a día para la propaganda electoral como dar bofetadas al gobierno en la mejilla de Valdecilla. Tan pernicioso para el futuro de la mayor empresa considerar su singularidad dentro del servicio de salud, como la obsesión corporativa por impedir el acceso de los mejores en nombre de, por ejemplo, antigüedad o baremos falsamente neutrales.

La excelencia que viene persiguiendo Valdecilla desde hace más de ochenta años, merece respeto y apoyo, imaginación y generosidad. Que no se pueda decir, parafraseando a Tom Peters: «Llevamos veinte años hablando del futuro. Pero el futuro ha estado aquí la semana pasada y ni siquiera le hemos echado un vistazo».

Valdecilla, 90 años en busca de la excelencia
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