domingo. 28.04.2024

La batalla por el control de la mente

Esto sucede de esta forma y manera porque son muy hábiles y astutos a la hora de trastocar la verdad y la realidad, con el fin de crear y estructurar sus variados planes y confabulaciones de infamia y dirección

A día de hoy nos encontramos ante una de las más cruentas batallas que jamás haya conocido nuestra civilización: la batalla por el control de la mente. Un control éste que para que pueda ser real y efectivo antes ha de pasar por la necesaria intervención, fiscalización y verificación que obligatoriamente se tiene que ejercer y operar sobre la lengua que cada cual habla, y en la cual cada persona humana y sintiente se expresa y se comunica.

Lo triste es que la mayoría de la población, a modo de rebaño, defiende al matarife en pro de su próxima ejecución

Y es así como hemos visto como “a golpe de martillo” los mass media llevan aproximadamente más de un siglo realizando una brutal y exagerada campaña de lavado cerebral, que en última instancia tiene y ha tenido como fin último el desposeer a los pueblos y a las comunidades de sus lenguas y culturas propias y particulares, singulares y específicas, generándose así con ello una psicosis colectiva sin precedentes en la historia de la humanidad, pues al perder el individuo o la persona sus raíces y su cultura estas se encuentran a expensas de lo que piensan y hacen los nuevos controladores y manipuladores de la realidad, que esta vez sí que ejercen (y de hecho ejercerán) un control efectivo y real de la voluntad y del pensamiento a través de las nuevas formas y maneras que estos tienen para imprimir la nueva realidad en la lengua que consideren es en ese momento la más adecuada y correcta para la propagación de sus intereses y beneficios.

Un juego este a la postre, y en definitiva, de ingeniería social en el que una gran mayoría de la ciudadanía está inmersa (y al tiempo anulada), pues se encuentra anulada y en buena parte imbuida por élites supranacionales que tienen como objetivo último el sometimiento global de la población, que por supuesto, será impuesto por nuestro propio bien… Como dice el primer ministro canadiense Justin Trudeau: “Independientemente del hecho de que estemos atacando sus derechos fundamentales (…) y la Constitución dice que esto es incorrecto, lo seguiremos haciendo”. Lo triste es que la mayoría de la población, a modo de rebaño, defiende al matarife en pro de su próxima ejecución. En este caso la eliminación de sus lenguas, culturas, tradiciones y formas de vida únicas y siempre irrepetibles generadoras de diversidad, multiplicidad y disparidad.

Escribía Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski), el famoso novelista polaco del siglo XIX, considerado como uno de los más grandes novelistas de la literatura inglesa, cuya obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano que: “La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad”.

Al Sistema Sistemático de los Innombrables (a los amos del mundo y a sus corporaciones) siempre le interesa y compensa que de una manera permanente y constante los seres humanos vivan una existencia y una realidad total y completamente condicionada y alejada de la realidad, pues poseen y tienen los mecanismos de control mental y psíquico para hacer esto efectivo, de forma que las personas no se den cuenta (casi nunca) de esta nueva “realidad normalizada”, a fin de así poder reparar y restaurar la felonía y la infamia que sus actos y acciones ocasionan y generan sobre una población y una ciudadanía que normal y habitualmente es buena, inocente y confiada. Y esto sucede de esta forma y manera porque son muy hábiles y astutos a la hora de trastocar la verdad y la realidad, con el fin de crear y estructurar sus variados planes y confabulaciones de infamia y dirección que siempre son afines y coincidentes con sus intereses y principios.

Ocurre y saben los controladores que es solo con un pensamiento no rebelde y crítico, anulado y trastocado, manipulado y cercenado, como se logra y se es capaz de controlar nuestra voluntad, así como también e igualmente nuestra solvencia individual y colectiva. Y es de esta manera como él se autoalimenta y crece, fortalece y medra, a fin de proseguir con sus planes de dominio y control sobre unas mentes y unas voluntades que en un porcentaje elevado hace ya tiempo que decidieron no dar la batalla por la supervivencia y por la dignidad de sus culturas y de su realidad. Pues no hay que olvidar que la lucha por la cultura propia y específica es solo una pieza más de su enorme entablado de intereses y planes para el “control y la gestión”, ya que es así (y de esta manera) como oficial y eufemísticamente lo denominan esos nuevos Amos del Mundo en su nueva neolengua creada para tal propósito, fin y ocasión.

No es la “Justicia”, y tampoco la “Educación” española, referentes de ningún tipo de moral o de ética

Y ocurre, y también sucede (en un porcentaje muy elevado de los casos), que son precisamente esos sectores que se autodefinen y autoperciben como “conservadores” y/o de “derechas”, los que precisamente más atacan y confabulan en y en contra del cántabru (quizá lo hacen de una manera un tanto infantil y un tanto programada), cuando quizá deberían de ser precisamente ellos (por definirse como “conservadores”) quienes más empeño y más energía deberían de poner para que esta realidad no se desvaneciera y no se derrumbase. Y es que en su muy corta y dilatada complacencia lo que al final hacen estos sectores y estas mentes “conservadoras” es seguir los dictados de esos otros Amos del Mundo, que al final no son sino afines y coincidentes con casusas y pareceres que curiosamente no pasan por ser del todo “encajables” y/o “asumibles” para sus intereses y múltiples fascinaciones ensoñadas.

Y es así y de esta manera, en ese juego de los egos y de los yoes, en el cual ahora mismo (y en este momento) nos encontramos: falta total de discernimiento y de empatía, además de infantilización y alineación-atontación de la audiencia. Un momento que es transcendental y fundamental en la Historia de una sociedad europea (y también mundial), que no es capaz de darse cuenta y de percibir, de hasta qué punto se encuentran las sociedades y los pueblos a un paso de su más completa y absoluta aniquilación como sujetos que son de pleno derecho, y que sistemáticamente son sometidos y sojuzgados a los dictados de un nuevo orden o estructura supranacional, en donde muchas veces las culturas y las identidades ya no son importantes y/o valorables para ellos y sus intereses de inspección y registro, dirección y comprobación.

La máquina de la tergiversación, o de lo que comúnmente se conoce con el nombre de “institucional”, junto a la agitación televisiva y periodística de las pancartas y las banderas de la desinformación, de manera habitual han omitido, tapado y ocultado durante las últimas décadas en el País Cántabru una realidad lingüística propia y autóctona de un pueblo y una sociedad: en este caso la que tiene que ver con la lengua cántabra o el cántabru.

Lengua que ya no solo ha sufrido persecución, abandono y omisión (principalmente a lo largo de las tres últimas cuartas partes del pasado siglo XX) por parte de los denominados “estamentos oficiales”, también burla y tergiversación por parte de un Estado (en este caso el español) que ni es justo a la hora de proteger su rico y variado patrimonio lingüístico, ni tampoco empático y/o equilibrado cuando de lo que se trata es de salvaguardar la pérdida de un valor inmaterial; como es en el caso que nos ocupa el de la preservación de la lengua propia y específica cántabra.

Ninguna institución cultural española “de prestigio” se ha manifestado en favor de esta realidad lingüística propia de Cantabria

No es la “Justicia” (politizada y clientelar), y tampoco la “Educación” (dirigida y partidista) española, referentes de ningún tipo de moral o de ética cuando se conoce y es de dominio público por medio de la UNESCO, y concretamente desde el año 2009 (Atlas interactivo de la UNESCO de las lenguas en peligro en el mundo, publicado en su “libro rojo”, sitio web), que la lengua cántabra se encuentra en grave peligro de desaparición si no se actúa de una manera inmediata, clara y decidida en favor de su salvaguarda y recuperación.

Ninguna institución cultural española “de prestigio” se ha manifestado en favor de esta realidad lingüística propia de Cantabria, como tampoco ninguna mayoría parlamentaria, que insiste, una vez más, y de manera unilateral (saltándose sus propias leyes), en aplicar su particular y archiconocido rodillo rupturista y anti democrático cuando decide “alegremente” omitir sus propias leyes y disposiciones.

Leyes, en definitiva, que deciden alumbrar con epítetos grandilocuentes y magnánimos del tipo: “constitucional” y “democrático”, “representativo” y “simbólico”, pero que luego, y sin embargo, tan solo son simples fachadas de cara a una galería, o si se prefiere: “recorridos de distracción” que previamente ya han sido pactados, y que como lógicamente ya estaban previstos se aplican bajo las directrices de una estudiada política de distracción y de manipulación sin precedentes en los anales de la historia y de la realidad más inmediata y cercana hasta ahora conocida. Sus mentiras descubiertas y puestas en entre dicho (como ya se intuía) tienen una calificación y un nombre en ese gran tablero de la parodia y del despropósito: el arte de la inventiva y el de la improvisación.

La cara alegre y positiva de toda esta injusticia es que la movilización popular en defensa del cántabru alcanza en la actualidad a una masa y a una conciencia cada vez más numerosa y ampliada, precisamente de sectores cada vez más diversos y dispares. Incluso en algunos sectores y rangos ya no es que solo simpaticen por y con el cántabru, sino que incluso (y como forma de rebeldía) lo aprenden y lo estudian frente a un mundo que “los que dicen que controlan” desean que sea unipolar, aunque también y sobre todo, “moderno” y “liberal”.

La batalla por el control de la mente
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