jueves. 02.05.2024

“Madres de Día”, la profesión que también puede contribuir a expandir el cántabru

La crisis del coronavirus no nos ha hecho mejores, sin embargo sí que ha conseguido que al menos por un breve momento nos replanteemos más acerca de nuestras vidas, por ejemplo, pudiendo enseñar a nuestras hijas e hijos cántabru.

Lo que hoy en el siglo XXI se conoce por el nombre de “Madres de Día” no es sino el mismo proceso y recurso (por cierto, poco conocido y difícil de mantener) que hasta no hace mucho tiempo (comienzos y mediados del pasado siglo) utilizaban nuestras madres, abuelas, tías… para cuidar a los niños y bebés cuando por circunstancias diversas no podían hacerlo los padres biológicos.

Y es que en la Cantabria de no hace muchos años existía en cántabru una palabra denominada “amas”, y que quizá a muchas personas les suena, o bien les resulta ciertamente familiar por vincularse esta con el de las renombradas y afamadas “amas de cría” cántabras (tan distinguidas en España y en también más lugares del mundo), que precisamente hace, y de hecho siempre ha referenciado a esas “cuidadoras” tan entregadas y siempre preparadas para el cuidado de las personas más vulnerables y dependientes; que como en este caso sucede es el que tiene que ver con la atención que se presta a un recién nacido, bebé o infante.

Sería adecuado y justo el que se pudieran invertir los dineros públicos en este tipo de demandas sociales para con la primera infancia

Los proyectos “Madres de Día” (que no son una “au pair”) son espacios que ofrecen un “segundo hogar” (pero profesionalizado y adaptado a las necesidades de la infancia) a aquellas madres y padres que debido a circunstancias variables y diversas no pueden o no son capaces de atender como deberían y quisieran a los más pequeños.

Por lo tanto, sería adecuado y justo el que se pudieran invertir los dineros públicos en este tipo de demandas sociales para con la primera infancia, aunque la falta de regulación y la fragilidad de su funcionamiento no hacen sino malograr el que muchos de estos proyectos se tambaleen continua y constantemente con gran facilidad por la falta precisamente de recursos adecuados y pertinentes. Al tiempo ocurre que muchas personas que trabajaban en las llamadas “escuelas infantiles”, y que en los últimos años han sido despedidas (sobre todo debido a la crisis del coronavirus), de un tiempo a esta parte comienzan a interesarse y plantearse acerca de esta opción laboral con gran demanda, y cada vez más requerimiento social de parte de colectivos variados y diversos.

Quizá el poder destinar recursos y medios para formar (como profesión) “Madres de Día” pueda ser un importante alivio social y asistencial, que si se acompaña adecuadamente con personal suficientemente capacitado y preparado como para poder enseñar cántabru a la primera infancia, esto podría hacer que el proceso de recuperación lingüístico en favor de la lengua medrase considerablemente en los próximos años. Y es que la crisis del coronavirus no nos ha hecho mejores, sin embargo sí que ha conseguido que al menos por un breve momento nos replanteemos más acerca de nuestras vidas, por ejemplo, pudiendo enseñar a nuestras hijas e hijos cántabru.

La “Madre de Día” no es tan cara si se tiene en cuenta la atención tan personalizada y exclusiva que ofrece

Unas vidas (las del siglo XXI) que, sobre todo en las ciudades son rápidas, intensas y estresantes, pues no hay otro ritmo que el que imponen los horarios y las distancias que las conforman. Por ello la búsqueda de quizá espacios más amables, benévolos y complacientes para con la infancia, la incertidumbre por el desarrollo del curso escolar, y el también “miedo a los contagios”, al final se ha traducido en un aumento, interés y crecimiento exponencial por este tipo de proyectos y soluciones para un mundo cada vez más modernizado y en continua y trepidante transformación y cambio.

Y aunque no es menos cierto que cada vez más familias se interesan por este tipo de iniciativas, la realidad demuestra que esta es una alternativa que económicamente no se pueden permitir la mayor parte de las familias. Con todo, las ventajas a la hora de demandar este tipo de servicios son innumerables. Para empezar, la “Madre de Día” no es tan cara si se tiene en cuenta la atención tan personalizada y exclusiva que ofrece. Y es que, por ejemplo, una plaza en un centro privado (que nada tiene que ver con una “Madre de Día”) puede rondar los 350-500 euros, y sin embargo, una “Madre de Día” puede estar en torno a los 600-700 euros de media por plaza. Con todo, y aunque sin duda hay y existen ratios menores y mayores, la atención y la exclusividad que a todas luces ofrecen las “Madres de Día” (un hogar, atención individualizada, un menú sano y casero, el poder salir cada día al exterior, materiales de calidad adaptados a cada desarrollo evolutivo, empatía y apego, etc.) no se puede de ninguna de las maneras comparar con una atención más masificada (y a veces deshumanizada) que muchas veces ofrecen lamentablemente las necesidades del momento presente.

No obstante, está claro que todas las personas debemos de poder elegir lo que creemos que es lo mejor para nuestras hijas e hijos. Sin embargo, habría que plantearse si las ayudas que se dan de 0 a 3 años para financiar las escuelas infantiles, a lo mejor quizá deberían de ir a parar a las familias para que ellas decidan cuál es la opción que prefieren o que mejor se adapta para el cuidado de sus hijos e hijas.

Unas “Madres de Día” que son en realidad proyectos tan pequeños para su viabilidad que su sostenimiento no es nada fácil en la mayoría de los casos. Y es que por un lado aún existe un gran desconocimiento acerca de la existencia de este tipo de recursos alternativos entre la sociedad, siendo probablemente el boca a boca lo que quizá más puede haber contribuido a que cada vez este tipo de iniciativas sean más y más conocidas entre las familias. Sin embargo, aún se está lejos de poder llegar a las cotas de popularidad que se dan en países como Francia, Dinamarca, Países Bajos, Alemania, Bélgica o Reino Unido.

No existen proyectos en Cantabria de “Madres de Día” (“Amas”) que ofrezcan en la actualidad este tipo de servicios, y en los cuales, además, se incluya el cántabru entre también sus preferencias. De existir sería bueno que dichos proyectos llevasen acompañados también nombres cántabros en sus presentaciones y titulaciones, así como también en sus estatutos.

“Madres de Día”, la profesión que también puede contribuir a expandir el cántabru
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