domingo. 28.04.2024

Ojos de Luna

Un pueblo éste muy diferente morfológica y étnicamente al de los indios norteamericanos (y tan diferente éste de los europeos), y que a la postre serían expulsados por los combativos y sanguinarios cherokees: un pueblo de lengua iroquesa que a partir de ahora impondrían su superioridad numérica hasta la llegada de los primeros europeos

A la hora de comunicarnos el lenguaje resulta esencial en las relaciones humanas, ya que desde que las primeras personas empezaron a desarrollar aptitudes que les permitieron evolucionar hacia una forma de comunicación más expresiva y comunicativa, hablar ha resultado fundamental para que los seres humanos se puedan relacionar entre ellos con suficientes garantías de igualdad y seguridad.

Y esta circunstancia a lo largo de los tiempos y de las eras no ha dejado nunca de producirse y de acrecentarse, habiéndose desarrollado siempre una comunicación cada vez más fluida y rezumada entre los diferentes seres pensantes y sintientes que habitan el planeta tierra. El lenguaje es así y de esta manera uno de los activos más importantes que tenemos, pues sin él hoy en día no podríamos interactuar avanzando en el desarrollo de las sociedades y de las colectividades que el futuro apasionante nos depara.

Valgan estas palabras para recordar que la región de los Apalaches es una importante cordillera ubicada en el Este de Norteamérica. Se extiende desde la Isla de Terranova (Canadá), pasando por la colectividad de ultramar francés de San Pedro y Miquelón, hasta Alabama en los Estados Unidos, aunque su parte más septentrional termina en la península de Gaspé, en Quebec.

En una parte de esta extensa cordillera vivían antaño los cherokee

En una parte de esta extensa cordillera vivían antaño los cherokee, un grupo indígena de Norteamérica que habitaba el territorio actual de los estados de Alabama, Georgia, Kentucky, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Tennessee y Virginia, en el Sudeste de los Estados Unidos, cuando los europeos contactaron con ellos por primera vez en el siglo XVI.

Pero ocurre y sucede que antes de que estas tierras fueran pobladas por los indios cherokees, en el siglo XIII d.C., en este territorio de los Apalaches ya estaban asentados de mucho tiempo atrás los llamados “Ojos de Luna”. Un pueblo éste muy diferente morfológica y étnicamente al de los indios norteamericanos (y tan diferente éste de los europeos), y que a la postre serían expulsados por los combativos y sanguinarios cherokees: un pueblo de lengua iroquesa que a partir de ahora impondrían su superioridad numérica hasta la llegada de los primeros europeos. 

Aprendieron y asimilaron una buena parte de la cultura de los “ojos de luna”

Valgan estas líneas para comentar (aunque solo sea de pasada) que de igual manera a como los cherokees antes ocuparon y usurparon las tierras de los “ojos de luna”, no es menos cierto que éstos aprendieron y asimilaron una buena parte de la cultura de los “ojos de luna”.

Así mismo, y también, esto mismo lo podrían hacer ahora el resto de los españoles y no españoles que en la actualidad hoy acuden a vivir a Cantabria, trayendo consigo sus ideas, tradiciones y formas de vida diferentes y diferenciadas a la de los cántabros que hoy acogen a estas colectividades y generalidades humanas.

Es decir, que en vez de imponer ellos sus visiones y sus realidades (religión, cultura, etc.) bien también podrían hacer estos grupos (algunas lo hacen, si bien son una minoría) por impregnarse aún mucho más de una realidad cultural y lingüística en cántabru. Y si así fuera este sería sin duda un paso importante y definitorio a la hora de igualmente transmitir el cántabru entre las nuevas realidades poblacionales que vienen aquí para residir y habitar en una tierra que no solo habla y se expresa en castellano como quiere y desea el Estado, y también algunas personas y colectividades que renuncian y detestan del cántabru.

Ojos de Luna
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