miércoles. 08.05.2024

Del dicho al hecho

Hay que olvidarse de las estructuras feudales que se han trasladado a los centros para perjudicar al profesorado que no quiere “pagar el diezmo” y al alumnado que no se ajusta al nivel académico que se prefiere

Las redes sociales se ven inundadas por oraciones e imágenes rotundas, positivas y, a primera vista, motivadoras: “Enseñar no es solo transmitir conocimiento”, “Un profesor trabaja para la eternidad” o “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

Otro de los puntos que “facilitan” el trabajo docente es el devaneo legislativo que, lamentablemente, España vive muchos años ha

Como persona completamente enamorada de su trabajo, creo que no es ningún secreto. La docencia atraviesa uno de sus peores momentos. Es tremendamente complicado arrancar tu día a día a partir de un alumnado (en general) desilusionado y desinteresado. Si consigues hacerlo, se te dedicará una frase como las de arriba; de lo contrario, puedes toparte con la honda trinchera en la que, desgraciadamente, cada vez más compañeros caen. “Más del 30% de los profesores españoles se sienten maltratados y aseguran estar al borde de la depresión”, publicaba ABC hace unos días. ¿Qué sucede cuando se pasa del dicho al hecho? ¿Quién nos está protegiendo? ¿Nos llevaremos las manos a la cabeza? ¿Se hará un homenaje a aquellos que enferman o mueren por no poder desempeñar ese trabajo con el que han soñado?

Otro de los puntos que “facilitan” el trabajo docente es el devaneo legislativo que, lamentablemente, España vive muchos años ha. La educación, ya “lejos de ser el arma más poderosa para cambiar el mundo”, es un instrumento político que, cada cuatro años, vuelve a olvidarse de quiénes la transmiten y, más que nada, de quiénes la reciben. Es un instrumento político que quiere ser lo más parecido posible a los europeos, pero que, al mismo tiempo, se implanta forzosamente y sin ningún tipo de formación al respecto para el profesorado, que intenta moverse en un terreno inhóspito.

Tampoco es ningún secreto que no es necesario mirar las redes sociales, ni los artículos periodísticos, ni a España o Europa, ni a la LOMLOE… En muchas ocasiones, los problemas también están “en casa”. Es terriblemente duro y desmotivador comprobar cómo, en una comunidad pequeña y un centro educativo aún más, los responsables se olvidan de que los recursos pueden ser para todos, no solo para unos pocos (y los mejores); se olviden de que los docentes somos las piezas pequeñas que hacen funcionar este gran engranaje, y que necesitamos medios para ello. En pleno siglo XXI, es curioso ver cómo en todos los documentos legislativos, académicos e institucionales aparecen en grande las palabras “Inclusión”, “Digitalización” y “Educación Ambiental”. Si pasamos del dicho al hecho, no todos pueden usar los materiales que instancias mayores nos otorgan y no hay ni un equipo tecnológico por aula, lo que significa la destrucción de todo el respeto al medio ambiente.

Desde luego que “Enseñar no es solo transmitir conocimiento”, pero hay que compartir los medios para hacerlo. Hay que olvidarse de las estructuras feudales (que dominan en esta comunidad, y en la totalidad del país) que se han trasladado a los centros para perjudicar al profesorado que no quiere “pagar el diezmo” y al alumnado que no se ajusta al nivel académico que se prefiere. Así como “Del dicho al hecho, hay un trecho”, la realidad educativa en Cantabria es otra. Nuestra realidad educativa es la de todos, y hay que empezar a pelear por cambiarla.

Del dicho al hecho
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