domingo. 05.05.2024

El logo del bogavante

Qué más da redactar en pasado o en condicional, en futuro o con cualquier forma pronominal, si la política y sus ejecutores tienen ya decidido desde hace mucho tiempo que el verbo mute a sustantivo y la imperfección sea en exclusiva del ciudadano.

Iba a hacerle una rima a Tezanos, un verso suelto al reverso de su profundo rostro; iba a declinar a Sánchez, como si fuera una palabra a merced del viento; iba a darle una pértiga a Casado, para que salte a donde quizá nunca llegue y la use después para hacer mejores piruetas en el alambre; iba a regalarle pastillas a Abascal, unas de tila y las otras del freno; iba a enviarle una muleta nueva a Arrimadas, para que pise mejor los terrenos complicados del toro electoral y deje de lidiar con el brazo largo; iba a enviarle por correo urgente unos gayumbos amarillos a Rufián, de esos que van encima del pantalón, para que marque el camino de la nueva Expaña; iba a sustituir la cámara de fotos del móvil de Revilla por un lote completo de pinturas Alpino, que ante Moncloa y sus subalternos cántabros más vale ponerse una vez rojo que un millar amarillo…

Las recientes elecciones, su campaña electoral y las reacciones posteriores atestiguan como un martillo pilón lo lejos que el cuello duro está del cogote desnudo

Iba a conjugar la realidad española, y la cántabra, desde el imperfecto verbal. Podría escribirlo hasta con uve para pagar un impuesto más por cada letra que junte. Qué más da redactar en pasado o en condicional (el antiguo potencial), en futuro o con cualquier forma pronominal, si la política y sus ejecutores tienen ya decidido desde hace mucho tiempo que el verbo mute a sustantivo y la imperfección sea en exclusiva del ciudadano, al que hay que timar con el programa electoral y sodomizar con el fisco y cierto tipo de leyes que distan mucho de coincidir con lo que la mayoría entiende por justicia.

Las recientes elecciones, su campaña electoral y las reacciones posteriores –de todos y todas– atestiguan como un martillo pilón lo lejos que el cuello duro está del cogote desnudo de las personas de bien que madrugan y pernoctan cada día para dar de comer a destacados cenutrios y cenutrias cuyos mayores logros son escalar en la organización e ir en una lista. Tachen los logos de los partidos, pongan un bogavante reluciente y pidan otra vez el voto: lo entendemos igual.

El logo del bogavante
Comentarios