sábado. 27.04.2024

8 de marzo, glorioso y diverso

Visto desde la perspectiva de una mujer blanca, cis, hetero y bastante liberada, salimos a la calle de nuevo con la sensación de fiesta, de reunión con compañeras y comadres de las viejas luchas…

Que bien y que bonito. El mundo desde este lado de la barrera puede verse con cierto color, lo que ocurre es que es nuestro mundo, no el mundo. Cierto es que tenemos esperanza en que  los dementes  con poder no nos hagan saltar en trocitos pequeños y que los estados siguen emponzoñados de un capitalismo sangrante que nos afecta más como parte menos afortunada de la sociedad. Por lo demás, todo fetén, nos sentimos rebosar de bienaventuranza.

Lo que ocurre es que las supuestas gafas moradas nos hacen ver de lejos. Lo primero que encontramos es que todavía hay un porcentaje de un 6% de mujeres que siguen cobrando menos por igual trabajo. En España. Seguimos encabezando las estadísticas de riesgo de morir  por el hecho de ser mujeres. En España. Las violaciones, vejaciones, humillaciones y maltrato por el hecho de ser mujer siguen siendo cifras desmesuradas, en España…Pero Dani Alves fue condenado, nos regocijamos. Que sí, que fetén. Fue condenado, pero solo la puntita, porque observamos que con dinero se pena menos y que violar no sale tan caro.

Entró en vigor la ley de  Solo Sí es Sí, para confirmar algo tan evidente como que sin consentimiento explicito y claro,  es violación. Joer, que difícil es que alguno (y algunas que de todo hay) lo entiendan. Somos un país modélico en feminismo. Pues sí. Celebremos. Yujuuuu.

Lo que ocurre es que si volteamos un poco los ojos nos encontramos un mundo tan poco inclusivo y tan revuelto que nos duele. Seguimos viendo cuerpos de mujeres como botín de guerra. Mujeres y hombres abrasados de horror en una Franja de Gaza que es un enorme campo de exterminio masacrado por los que antes fueron víctimas y como siempre, las mujeres, llevamos la peor parte.  Seguimos debatiendo -nosotras europeas, blancas, heterosexuales- qué es y qué no es feminismo. Les contamos a las mujeres islámicas qué hacer o no hacer con el velo. Tirarlo a la basura, las sugerimos. No importa que hermanas feministas islámicas nos digan que para ellas es importante hacer su propia evolución y que algunas se sienten mejor con él y otras son asesinadas por quitárselo…

Les decimos qué es y qué no es feminismo a las mujeres temporeras (esclavas) sin preocuparnos mucho de sus condiciones ni hacer gran cosa por ellas. Les decimos a las mujeres del Tercer Mundo que el aborto es sacramento pero ellas no tienen más que una chamana para ponerles hierbas o arañarles el útero con un garfio oxidado y levantar los ojos al cielo para no morir en el intento. Le decimos a la mujer gitana que nos imite en todo, da igual sus sentimientos y su propio camino evolutivo. Porque nosotras, blancas, hetero, cis…lo valemos.

Si el feminismo no entiende que cada cual tiene un camino a recorrer, que las diferencias culturales marcan  los sentimientos de  las mujeres de diferentes culturas y que debemos respetar su ritmo, aunque nos parezca lento, aunque no encaje con nuestros parámetros occidentales de privilegiadas y no entendemos que hay tantos feminismos como mujeres lo integran, mal vamos.

Y que es altamente posible que yo tenga mucho más en común con una monja que lucha en el seno de la iglesia  católica, que siente su casa y su lugar en el mundo, por el avance feminista, o que una mujer islámica camina con su pañuelo (que no hiyab) hacia la senda de la liberación y sabe perfectamente cuando sí o no, se quitará el pañuelo, o que una mujer trans volcada en encontrar su propia identidad, que con el feminismo de catedra y privilegio que encuentra en los altos círculos del Estado su acomodo para dictar sentencias condenatorias o absolutorias. No me busquen en ese feminismo porque no estoy.

Cuando entendamos que hay ritmos, que hay diferencias, que solo podemos acompañar a las mujeres de otras culturas, pero jamás imponerlas nuestras formas…Cuando entendamos todo eso, seremos mejores feministas y mejores personas.

Por todo ello, saldremos a la calle hoy y siempre, en defensa de los derechos de todas las mujeres, en todos los sitios y en todos los lugares. Pero debemos entender que  nosotras hicimos nuestro camino, y ellas deberán hacer el suyo. Dejemos de juzgar si se ajusta a nuestros parámetros  porque hay tantos feminismos como mujeres que lo profesan y que al encontrarlo han comenzado a empoderarse.

Pero a su manera. Que solo somos blancas, europeas, cis…y no el ombligo del mundo.

Mientras tanto, seguimos tomando las calles y el universo si hace falta.

¡Viva la lucha feminista!

8 de marzo, glorioso y diverso
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