viernes. 26.04.2024

Lo que nos toca del presupuesto de España

Cada año es lo mismo. Los Presupuestos Generales del Estado no se portan con Cantabria, explicándolo en el argot periodístico que resume así una noticia que es reiterativa. El agravio es el agravio, pero quizás la ciudadanía no lo siente así. Y si lo siente, no lo expresa, ¡por ahora!

Apelar constantemente a que se cumplieran a rajatabla los presupuestos, cambió durante la reciente crisis la visión que los ciudadanos teníamos de la Unión Europea. Anteriormente al caos económico, la veíamos como a Fortuna, la diosa de la suerte en la mitología romana. Pero con el acabose de las inversiones al bienestar general, y la aplicación constante de recortes, finalizó el idilio. Que se lo digan sino a España, Portugal, Grecia o Irlanda. Cito así lo peor de lo peor de la crisis: el mal trato infringido a unos países frente a otros de la Unión Europea, por eso de que siempre ha habido ricos y pobres. Pero, desde luego, lo que no ha desaparecido es contar con un presupuesto de ingresos, gastos e inversiones, y lo mismo hace cada nación, como España ahora, en el reparto anual (injusto) de lo que el Estado dedica a sus comunidades autónomas.

Vamos a la baja, porque lo que se aumenta a los grandes territorios en extensión y población, se resta a los pequeños como en el caso cántabro

Si nos atenemos a lo que viene ocurriendo con Cantabria en los últimos 15 o 20 años, se puede decir bien alto que la suerte del Gordo no nos toca y, muy al contrario, vamos a la baja, porque lo que se aumenta a los grandes territorios en extensión y población, se disminuye a los pequeños como en el caso cántabro. Ha vuelto a ocurrir con el presupuesto previsto para este 2019. Sobre el papel, hoy ya en tablet, se relata lo que se va a invertir en escuelas, hospitales, carreteras, trenes o mejoras de la catenaria ferroviaria. De todo necesita Cantabria, y lo que no se empiece ahora, no va a llegar tan fácilmente en el futuro a corto plazo, porque los ciclos económicos malos han venido para quedarse. 

Lo que más crea desconfianza y desafección es no encontrar explicación razonable a por qué unas ciudades tienen AVE y otras no, o por qué el valor del voto en un determinado momento como es el actual, hace que el dinero fluya en direcciones concretas del territorio nacional, cuyos diputados nacionalistas (que no quieren a España) deciden si las cuentas salen adelante o no. Es muy chocante, la verdad. Entiendo que la mejor forma de calmar las aguas en Cataluña sea regarlas de millones de euros. Pero también entiendo que Cantabria es una de las regiones con más sentimiento español, de unidad y de rechazo a las independencias, y a cambio de una lealtad inquebrantable no recibe lo que necesita y viene demandando desde hace décadas. Visto lo visto, se gana más yendo a contracorriente que siguiendo los designios de la normalidad y de la convivencia, que hacen de la Comunidad Autónoma de Cantabria una de las regiones donde mejor se vive, reconociendo que su fuerza industrial y productiva decae a pasos agigantados, sin que Madrid, como capital del Estado y del Consejo de Ministros, muestre preocupación alguna a tenor de hechos, decisiones, presupuestos y dineros.

No podemos resignarnos a los recortes anuales en los Presupuestos Generales del Estado, porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos

El agravio no se enseña suficientemente en la escuela cántabra. Un agravio es un perjuicio que se hace a derechos e intereses. Hay muchos tipos, como el agravio fundado o el comparativo. Respecto al primero está claro: Cantabria tiene toda la razón. Y sobre el segundo, que tiene que ver con tratarnos de forma diferente a Cataluña, Galicia, País Vasco, Valencia o Andalucía, qué se puede añadir…No podemos acostumbrarnos, ni mucho menos resignarnos a los recortes anuales en los Presupuestos Generales del Estado, porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos. Si como se nos pide, debemos dejar atrás el vocabulario de la crisis padecida, la mejor manera es demostrarlo con hechos e inversiones estatales, reales, en todo el territorio de Cantabria. Tampoco podemos hipotecar a las futuras generaciones con la tradición ya escrita de que su tierra no es tratada como debiera respecto a infraestructuras que nos suenan a todos en forma de trenes, accesos a la Meseta o el Puerto de Santander, y su intención de estar entre los mejores dentro del ámbito nacional y europeo. Nada de esto es factible sino hay un apoyo exterior que debe venir prioritariamente del Estado Español, con un trato equitativo a todos los territorios que conforman esta vieja nación. El caso omiso del apoyo a reindustrialización de la Cuenca del Besaya, con Torrevega a la cabeza, es otra demanda no concedida que clama el cielo. Es más que seguro que nuestro carácter conformista y poco o nada reivindicativo, ayuda a que se den todas estas situaciones de dejadez, abandono y rechazo sistemático de las peticiones oficiales. Va a ser cierto que no nos han educado bien en explicar lo que es sentirnos agraviados por sistema. Pero, tarde o temprano, todo cambia.

Lo que nos toca del presupuesto de España
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