martes. 30.04.2024

Un suicidio cada seis días, aquí, en Cantabria, ¡terrible, actúen!

Enfermedades terminales y jóvenes son protagonistas principales en este aumento escalofriante de suicidios en Cantabria. Uno cada seis días, que se dice pronto. Si esto no es para alarmarse y actuar, entonces es que ya he perdido de manera total la noción de lo que es racional y lo que no. Los profesionales sanitarios se muestran conmocionados al respecto, porque sobre la reacción política parece que ni está ni se espera. Ya saben, todo va bien, el mejor país, inigualables, otros nos quieren imitar, etcétera, etcétera. Este relato está más pinchado que pinchado. 

Hay muchas formas de vivir la vida, pero en todas ellas la ilusión resulta un condimento indispensable al que agarrarse, tanto en los momentos buenos como, especialmente, en los malos. Resulta impactante conocer, cuesta incluso creerlo, que Cantabria registra un suicidio cada seis días, y nos hemos colocado como región muy preocupante en este sentido. Todo se desmorona - entre tantas exageraciones y datos positivos no contrastados de que vamos muy bien como país y sociedad-, cuando te haces eco del drama que es asumir suicidios, uno tras otro. Como quiera que en España, empezando por su Gobierno, se mira para otro lado con respecto a casi todo, hasta que el asunto se pudra, con los suicidios ocurre lo mismo. 

Tal cual. El informe de causas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística (INE), no deja lugar a dudas. A propósito, antes de seguir, quiero felicitar a este organismo púbico, ya que es de los pocos que ha demostrado en estos años malos su buen hacer e independencia, salvaguardado de la intromisión política o ideológica. Pues bien, en este estudio se citan las 6.884 muertes contabilizadas en Cantabria, muchos como suicidios, en 2022. Y lo peor es que por cada ciudadano que opta por acabar con su existencia, hay otras veinte que lo planean. Pero todo va bien. Somos un país idílico, en el que sueñan con vivir todos los extranjeros que nos visitan. El mejor de la Unión Europea, en cualquier aspecto que se aborde, incluido el sanitario, asistencial a las enfermedades terminales o raras, trabajo, justicia, igualdad y oportunidades. Resulta patético tanto relato falso y el análisis tan simplista que en muchas ocasiones hacemos de nuestros problemas. Respecto a los suicidios, en especial de gente joven, no se citan en la parrilla de los telediarios, que prefieren estar a la noticia cotilleo que a cuestiones tan serias como esta de la que hablamos. 

“Lo primero sería aprobar planes ambiciosos, los recursos necesarios, para afrontar una emergencia, porque así hay que denominarla”

El sistema sanitario español, una vez más nuestros médicos, siempre han estado alertas ante el suicidio. Para demostrarlo, hay están programas que se han llevado a cabo en el pasado, con rotundo éxito. Pero los tiempos cambian para todo y para todos. Muchas de las personas que se suicidan no dan síntomas de ello, no piden ayuda, e incluso termina siendo una terrible sorpresa jamás esperada para sus propios familiares. Lo primero sería que se reconociera el problema y su magnitud. Seguidamente, aprobar planes ambiciosos, ya que los datos tan dramáticos demuestran que ha de haber una rápida y efectiva intervención para hacer disminuir semejante índice de suicidios en España. De ahí que los recursos hayan de ser también los necesarios para afrontar una situación de emergencia, porque así hay que denominarla. 

Sobre la vida, la existencia y la convivencia se ha escrito mucho, pero luego ponerse en la piel de los infelices es otra cuestión. Me viene a la mente la canción tan pegadiza de Marc Anthony: Vivir mi vida. “A veces llega la lluvia para limpiar las heridas, a veces solo una gota puede vencer la sequía, y para qué llorar, si duele una pena se olvida, y para qué sufrir, si así es la vida, hay que vivirla, voy a reír, voy a bailar, vivir mi vida, voy a reír, voy a gozar, vivir mi vida. ¡Eso!”). Letra y música suenan muy bien. Luego, ponerlo en práctica, a diario, es ya otra cuestión. 

A la problemática española, una perdida en cascada de valores y una educación que tiene más de ideología que de preparación para la vida, hay que sumar el después del Covid, y, en general, qué pasa por la cabeza de la gente, porque no lo sabemos con certeza. Tampoco nadie nos guía. Es igual en otras partes del mundo. El egoísmo, unos viven bien, otros mal y otros muy mal, se ha impuesto como conducta habitual. Hay políticas y elecciones, pero no se responde a las grandes preguntas del momento, a las angustias y preocupaciones, a los sinsabores y, sobre todo, decepciones. Si no atendemos a todas estas cuestiones es que solo estamos con un tipo de mundo para fuertes, también interiormente, sin importar todo lo demás. Así solo se llega a la pura y dura injusticia. Estamos pisando sobre un auténtico polvorín. Habrá quien diga que mezclo churras con merinas, pero no puedo dejar de mirar a lo que sucede hoy en Francia: una sociedad en choque frontal. 

Las enfermedades terminales tienen una parte importante de culpa en tantos suicidios. El Covid nos ha dejado un pésimo sabor de boca sobre quien lo provocó y con qué finalidad. Creo que es momento de avanzar en la cura de muchas enfermedades, porque cuando se quiere ir con rapidez, como la vacuna del Coronavirus, se hace. ¿Entonces? En los países ricos no nos podemos quejar. Tenemos unos servicios asistenciales de primera. Estamos cuidados. Pero la falta de dinero siempre ha sido una excusa para no dotarse de mejores ayudas en cuanto a lo que supone hoy todo lo relacionado con la salud mental. Aquí radica uno de los grandes cambios que hemos experimentado con la entrada de un nuevo siglo. Las enfermedades y dolencias mentales avanzan a un paso vertiginoso, y los Gobiernos, Administraciones y sus respectivos medios se quedan atrás a la hora de calcular, afrontar y contrarrestar los casos que se dan. 

“Juventud y el porqué de tanto suicidio. El que entienda su forma de ser y pensar, que dé un paso al frente. Hay una ruptura generacional tremenda”

Termino con la juventud y el porqué de tanto suicidio. El que entienda su forma de ser y pensar actuales, que dé un paso al frente. Móvil, chats, redes sociales, influencers, series, sin libros, los medios de comunicación no les interesan, escasa educación y cultura, bullying, los padres sin comprender ni saber, tan solo que lo tengan todo, aún sin esfuerzo alguno. Hay una ruptura generacional tremenda. Y esto es lo que les puedo contar, porque yo tampoco sé más. Lo único que veo claro es que hay que actuar ya mismo.
 

Un suicidio cada seis días, aquí, en Cantabria, ¡terrible, actúen!
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