martes. 30.04.2024

También lideramos en Europa el acoso escolar, ¡menudo país!

Es como si quisieran que nos acostumbráramos al acoso. Los más conocidos son el laboral y el escolar. Bullying lo llaman coloquialmente.  Oírse, se oye. Cuestión distinta es que surjan voces con soluciones, con normas, con leyes. Es decir, que no hay interés ni decisión. Dentro de este artículo, van a conocer datos increíbles sobre el acoso en España. También lideramos la lista europea sobre acoso escolar. ¿Menudo país estamos haciendo? Resulta que tenemos derechos, pero nadie nos auxilia cuando nos son hurtados mediante la agresión física o psicológica.

Se pueden encabezar listas buenas - primeros en educación, prosperidad e igualdad -, y listas malas – hambre, pobreza, injusticia o subdesarrollo-.  España, ahora que tenemos elecciones generales el 23 de julio, se ha convertido en un país controvertido, por liderar a nivel europeo o internacional las cuestiones más repudiables, y en este caso también hay que citar el acoso escolar, que cualquier día nos lleva al Libro Guinness de los récords estúpidos.

Claro que el asunto no es como para bromear. Se le ha ido de las manos al Gobierno a través del Ministerio de Educación y también a las consejerías homónimas en las diferentes comunidades autónomas. Asisten impasibles al crecimiento del problema, sin hacer nada para cortarlo de raíz. Los datos no pueden ser más escalofriantes. Aquí van tres.  El primero: 7 de cada 10 niños españoles sufren diariamente algún tipo de acoso. Segundo: Entre enero de 2021 y febrero de 2022 se detectaron más de 11.000 casos graves de acoso. Tercero: El año pasado, uno de cada diez estudiantes españoles, fue víctima de acoso.

Ojo que nuestro pésimo sistema educativo ni siquiera genera estos datos. Son el resultado de un estudio de la ONG Internacional Bullyng Sin Fronteras, análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y un informe publicado por Mutua Madrileña y la Fundación ANAR, de ayuda a niños y adolescentes que sufren acoso.

El acoso escolar tiene demasiadas caras, todas feas. Puede ser directo, mediante la agresión continuada. También psicológico, a través del insulto, el desprecio y la descalificación, todo de manera continuada. Y por si esto fuera poco, Internet y las redes sociales han venido a dar la puntilla, con un incremento desproporcionado de casos, frente a los cuales no parece haber soluciones, salvo la denuncia directa en un juzgado y también en los medios de comunicación. Hoy, la edad me ha convencido de que ante un acoso hay que hablar alto y claro. Puedes quedarte solo incluso dentro del propio trabajo (sé de lo que hablo) o de una clase de alumnos, pero hay que tirar para adelante hasta sacar los colores al acosador, al sistema y a quienes lo alcahuetean dentro del sistema. Todos los maltratadores y consentidores deben pagar lo que hacen en su acoso a otras personas débiles.

La edad me ha convencido de que ante un ascoso hay que hablar alto. Los  maltratadores y consentidores deben pagar su acoso a personas débiles

España es un país en el que todo se deja de lado, pensando erróneamente que la solución llegará sola, sin la intervención política. Nos equivocamos de plano y solo hay que ver el panorama actual. Nada de catastrofismo, tan solo la realidad, que es la que vemos a diario con tantas cuestiones en las que engrosamos las listas malas respecto a okupas, deuda, impagos, intervencionismo en la justicia, rebaja de delitos serios, leyes que excarcelan a delincuentes sexuales, mejor custodia de los dineros públicos, control para con la libertad de expresión e involucración político-ideológica en todos los estamentos del Estado y la Administración, algo que también genera critica constante por parte del Parlamento o la Comisión Europea. Otra cosa es que luego se hagan caso aquí a las recomendaciones constantes que nos hacen para dar una mejor imagen de país serio y democrático. ¡Ni caso a Bruselas!

Llevamos años viendo como crece el acoso escolar, también el laboral, pero, y pese a los anuncios hechos, nadie quiero legislar al respecto de todo esto, y poner orden en lo que ya es un problema en toda regla. Coincidiendo con las pasadas elecciones de mayo y estas de julio del 2023, se han dado incluso casos de chicos que se han quitado la vida, y en el sumario policial de las causas aparecen circunstancias de acoso, que llevan todo el camino de quedar impunes, porque no hay ley que atienda a estas agresiones que aumentan imparablemente.

Pienso que los agredidos, las familias, incluso los educadores y los centros donde imparten enseñanza se ven muy desprotegidos ante las muchas variables que surgen en torno a determinados acosos. El ambiente familiar vuelve a ser esencial, en cuanto a la enseñanza de valores y la exigencia del cumplimiento de derechos recogidos en la Constitución. Pero nadie está libre de verse inmerso en problema semejante, ante la sociedad que estamos creando de la ley del mínimo esfuerzo, especialmente cuando se trata de la escuela.

Ambiente familiar, valores y exigencia del cumplimiento de derechos, ante la sociedad que estamos creando de la ley del mínimo esfuerzo

Recuerdo no hace muchos años cuando salió a la palestra el debate, de muy corta duración, sobre la necesidad de reforzar la figura del profesor, dado el ambiente enrarecido que estaba brotando dentro de colegios e institutos. Como otras tantas cuestiones, ahí quedó la cosa, en nada. Sobre algo que solo puede tener una salida, todo el mundo opina, pero de forma diferente, sin nadie ponerse de acuerdo en nada, pactar bajo el prisma de la sensatez, y dar solución a los problemas. De manera genérica, ni más ni menos, esto sucede en España con casi todo (la famosa polarización). Y no puede ser. No puede ser porque hay cuestiones que son de Estado, como la educación, la lengua, la economía, lo laboral, la seguridad interior y exterior, la política penitenciaria, también la territorial, la inmigración, cada actuación dentro de la Unión Europea, y podría seguir con algo más dentro de lo que son las esencias o pilares fundamentales en el desarrollo justo y próspero de un país, Hay días en que pienso que ya no se respeta nada. Que se ofrecen cosas alocadas, lo mismo a jóvenes que a mayores, sabiendo de antemano que son imposibles, porque no hay recursos suficientes para ello. Mientras la demagogia se estira como el chicle, no se abordan otros asuntos de grandísima trascendencia. Díganme sino de que otra forma se puede valorar que 7 de cada 10 niños españoles sufran, a diario, algún tipo de acoso, y de los Gobiernos no salga ningún pronunciamiento.  Entonces, ¿para qué nos sirven?

 

También lideramos en Europa el acoso escolar, ¡menudo país!
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