viernes. 10.05.2024

España tiene olvidadas sus "tierras raras"

¿Estamos dispuestos a seguir consumiendo, sin freno, cachivaches de última generación y permitir a la vez que la explotación de estos minerales y sus consecuencias, que las tiene, se haga en países donde las consideraciones medioambientales y laborales son inexistentes?

En España, en su  subsuelo también hay “tierras raras”. Las hay en Galícia, en Extremadura, en partes de Castilla y León, en el Pirineo oscense  en el Campo de Montiel en Ciudad Real, en Canarias. Quienes saben del asunto mantienen  que no son, realmente, tierras, que no todas son tan raras y que el adjetivo de raras se debe a que no suelen encontrase en forma pura. En realidad son un conjunto de diecisiete elementos químicos con nombres poco habituales al oído común (los que más suenan son el litio, el cobalto, el wolframio) empleados en la industria con una peculiaridad importante: buena parte de ellos son imprescindibles para la producción de todos esos artefactos de alta sofisticación tecnológica que han ido apareciendo en nuestras vidas. Ya saben: informática, coches, móviles, láseres, aplicaciones médicas...,  y sí, también drones y misiles... Un caza F-35 estadounidense parece que lleva hasta 400 kilos de tierras raras y se calcula que cada habitante de este planeta consume 17 gramos al año de ellas. En resumen, podría decirse que constituyen una materia prima preciosa y que el país que las tenga en su subsuelo podría considerarse, en principio, afortunado.

Entonces, uno se pregunta ¿por qué en España se las deja aun lado, se evita su explotación? Quizás sea debido a que con la transformación del país, durante los últimos 35 años, hacia una sociedad volcada en el sector de servicios, sus gobernantes y sus habitantes hayan olvidado que una base industrial potente es condición sine qua non para la buena salud económica de un país. “Where there is muck, there is brass”, solía decirse en la Inglaterra de la Revolución Industrial; que viene a decir algo así como: donde hay suciedad hay dinero, riqueza; pues no sólo de sol y playa vive el hombre....

A esta mentalidad cabría añadir la consideración medioambiental equivocada de que toda intervención en el territorio es dañina, perjudicial, sin detenerse a pensar que al menos desde el neolítico toda la actividad humana ha alterado de una u otra forma su entorno. El pastoreo, la agricultura, han cambiado el paisaje en muchos lugares; en el páramo de Castilla y León de donde vengo puede comprobarse; esos majestuosos espacios abiertos.... Bien pues, esta conjunción de ambos factores han ido alentando tanto en los gobernantes como los habitantes de este país una suspicacia, un rechazo, extremas ante casi cualquier nueva actividad industrial que quiera implantarse en un determinado territorio. ( Sorprende, sin embargo, que durante los últimos 25 años nadie o casi nadie alzara la voz ante el avance brutal del cemento armado que tanto ha alterado el paisaje en muchas partes de este país; Cantabria tampoco es una excepción). Pareciera que este grado de bienestar adquirido, este lento declive que se observa sea preferible a cualquier otro revulsivo que de un nuevo empuje a la economía del país. Y la minería y sus consecuencias es un ejemplo; y la minería, hoy inexistente, de tierras raras uno mayor.

Porque hay que hacerse la siguiente pregunta ¿estamos dispuestos a seguir consumiendo, sin freno, cachivaches de última generación y permitir a la vez que la explotación de estos minerales y sus consecuencias, que las tiene, se haga en países donde las consideraciones medioambientales y laborales son inexistentes? El Congo, sus guerras y su preciado coltan es  ejemplo tan difundido que ya sólo causa algún bostezo. Sí, hay que admitirlo; los que saben del asunto dicen que la actividad minera de las tierras raras es muy sensible; el procesado y posterior refinado y purificación es complejo y requiere el uso de compuestos químicos muy agresivos a la vez que un consumo intensivo de agua; pero también dicen que si queremos recorrer, con ciertas garantías, ese proceso que suelen llamar transición ecológica, la minería de estos elementos es indispensable... Para finalizar, hay que decir que quizás las cosas empiecen a cambiar. Hace unos días apareció una noticia con este encabezamiento: “ La Comisión Europea quiere que los países miembros envíen sus planes de exploración de materiales críticos para entrar de manera centralizada en la batalla.” Por lo que se ve el vuelco del orden geopolítico que ha propiciado el conflicto que se juega en suelo ucraniano ha puesto a la eurozona frente a la realidad y empieza a limar sensibilidades...

 

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