viernes. 26.04.2024

Anthony Clarke como Hijo Adoptivo de Polanco. Adiós a un ilustre vecino

Asentado en Birmingham, todos los veranos visita Santander para encerrarse en la biblioteca Menéndez Pelayo. Y una vez nombrado Hijo Adoptivo de Polanco vendrá, a este nuestro pueblo, todos los años durante los meses de abril y septiembre.

Se nos ha ido Anthony Clarke quien ostentaba el distinguido honor de Hijo Adoptivo de Polanco. La segunda persona que a lo largo de la historia municipal puede hacer gala de tan elevada consideración.

He de confesar que, dentro de mi insuficiencia, me era un personaje totalmente ignoto hasta aquel 9 de marzo de 2001 en que tras la brillante propuesta de la Corporación municipal de Polanco presidida por su alcalde, Miguel Ángel Rodríguez Saiz, se nombró Hijo Predilecto a nuestro novelista más representativo de Cantabria que ha dejado impreso el nombre de Polanco en la Literatura universal, D. José Mª de Pereda. Acto en el que, a su vez, se nombró Hijo Adoptivo al profesor Anthony H. Clarke por su ejemplaridad, constancia y empeño en el estudio, análisis y divulgación, a lo largo de 60 años, de la obra perediana, evitando que cualquier sombra de ostracismo pudiese adueñarse sobre nuestro insigne literato... A partir de esa fecha hemos mantenido una relación cordial, estrecha, con muchas horas de charla y de sincera amistad.

De aquella vista recuerda la entrañable relación que se estableció entre María Fernanda y su madre, de las risas que se echaban al comunicarse en la cocina con gestos

No fue esa su primera visita a Polanco. En los años 1956 y 1957, finalizando sus estudios de Secundaria en el Longhboroungh College, a cinco millas de su pueblo de Birstall en Leicester, pisó por primera vez tierra española, pasando dos meses en Burgos donde quedó cautivado por la austera campiña burgalesa. Será en 1961 preparando el doctorado cuando pisa por vez primera Santander y Polanco. Venía motivado por conocer los pueblos y paisajes que Pereda había incorporado a sus novelas.

En esta ocasión no vino sólo. Vino acompañado por su madre, su novia y una amiga de esta. Guiado por conocer el acervo literario de Pereda se dirigen hacia la casa natal donde contacta con doña María Fernanda, nieta del escritor e hija de don Vicente Pereda, que en aquellos momentos se encuentra residiendo en la casa, junto algunas de sus hermanas. María Fernanda le ofrece todo su apoyo, le permite consultar la biblioteca de la que sólo conservaba un tercio de lo que Pereda dejó. El resto había sido trasladado en 1912 a la Biblioteca Menéndez Pelayo. Durante unos días permaneció en la casa para consulta y anotaciones bibliográficas. De aquella vista recuerda la entrañable relación que se estableció entre María Fernanda y su madre, de las risas que se echaban al comunicarse en la cocina con gestos.

En el transcurso de los estudios de doctorado vino una vez más a Polanco. Al finalizar dicha formación con la tesis “Don José Mª de Pereda y el sentimiento de la naturaleza en la novela española del siglo XIX” y una vez casado con Shirley, Graduada en Filología portuguesa y excelente traductora, pasó por la Universidad de  Auckland en Nueva Zelanda y posteriormente en la Universidad de Aberdeen en Escocia, para culminar como profesor en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Birmingham.

Tan peculiar era que no le gustaban los Beatles ni ningún otro grupo de música pop o rock

Asentado en Birmingham, todos los veranos visita Santander para encerrarse en la biblioteca Menéndez Pelayo. Y una vez nombrado Hijo Adoptivo de Polanco vendrá, a este nuestro pueblo, todos los años durante los meses de abril y septiembre, amén de cuantas otras circunstancias lo hayan requerido. Además, continuará, a diario visitando la biblioteca santanderina.

Lo cierto es que Anthony resultaba ser un personaje muy peculiar. Tan peculiar era que no le gustaban los Beatles ni ningún otro grupo de música pop o rock. Eso sí, la música clásica le encantaba. Se tiraba horas en la furgoneta, recostado y escuchando música barroca, del clasicismo o del romanticismo… Con cierto sentimiento conservador, mantenía un espíritu bohemio e independiente. Siempre venía en una furgoneta adaptada para vivienda; la “jargoneta”, llamábamos. Antes de comenzar a venir a Polanco se asentaba en el camping de Mataleñas, en Santander. Una vez nombrado Hijo Adoptivo, se ubicaba en el patio de la iglesia de Polanco. Todo polanquino cuando veía “la jargoneta” se decía ya llagó el inglés. Durante las numerosas estancias le tocó lidiar con días de fuerte temporal de agua, frío y viento y teniendo la oportunidad que le ofrecía Jose Luis Zárate, a la sazón por aquel entonces director de Solvay, para alojarse en el Casino donde disponía de una habitación para cubrir sus necesidades,  siempre optó por quedarse en la furgoneta. Otra de sus peculiaridades era lo nada consentidor con las nuevas tecnologías de comunicación; contrastaba su gran acervo intelectual, con conocimiento de varios idiomas: inglés, francés, español, portugués, italiano, alemán…, con ese desinterés para con el ordenador y, por ende, rehusaba el correo electrónico; todos sus escritos eran manuscritos, con letra caligráfica de estilo itálica. Considerándome, cuando se encontraba en Birmingham, su enlace con Polanco, me escribía al menos una carta mensual, según las circunstancias;  yo siempre me dirigí a él a través del correo electrónico con dirección y cuenta de Shirley, su mujer. Si había algo de carácter urgente era Shirley quién me remitía la información; escasísimas veces nos comunicábamos por teléfono… Y, esta era otra, nunca quiso hacerse de un teléfono móvil y eso que se aventuraba a recorrer grandes distancias en la furgoneta. Una vez fuera de su casa, imposible comunicar con él. Cuando estaba en Polanco el encuentro era el bar o la Casa de Cultura; si surgía algún imprevisto y no le hallaba, le llamaba a la biblioteca Menéndez Pelayo o  dejaba un escrito  en el parabrisas de la furgoneta; si la búsqueda era a la inversa, él iba a mi casa o dejaba el recado en un papel pegado a la puerta de la Casa de Cultura… complicada tarea. En ciertos aspectos resultaba  tan reaccionario como el autor al que tantos años de estudio dedicó.

Otra singularidad de Anthony es lo bien que imita el canto de los pájaros, por eso desde pequeño e incluso en la universidad, le llamaban “Birdseed”

Otra singularidad de Anthony es lo bien que imita el canto de los pájaros, por eso desde pequeño e incluso en la universidad, le llamaban “Birdseed”. En casa de sus padres recuerda que entre la casa y el jardín tenía cerca de 20 pájaros y a casi todos imitaba con precisión. Siempre le ha gustado los animales, en el amplio jardín de la casa paterna tenía diversidad de animales, incluso alguna serpiente. Últimamente en su casa sólo tenía a su viejo y fiel Glem, un perro pastor, grande, negro, de gran nobleza que conocimos cuando visitamos su casa durante la presentación de la OOCC de Pereda en la Universidad de Birmingham.

Con todo, hay que decir que Anthony ha correspondido con máxima dignidad al honor concedido por el Ayuntamiento de Polanco en la concesión del título de Hijo Adoptivo. No sólo por la visita anual con su permanencia durante dos meses al año, también ha visitado los colegios llevando el nombre de Pereda por delante; ha dado varias charlas en la biblioteca, ha participado en cuantas actividades culturales se han organizado durante su estancia… Se ha integrado plenamente con los vecinos con los que con su humildad y simpatía ha sabido granjearse cariño y respeto. Conocido en la tienda del pueblo, en las tabernas y en la calle; ha participado intensamente  en los actos de Hermanamiento que Polanco ha realizado con la localidad gala de Bruges. Y ha colaborado con la Asociación Sociocultural en la Revista DESAFIO donde nos ha dejado suculentos artículos… Quiso llevar representación de Polanco en sus presentaciones de las OOCC de Pereda, que codirigió desde los inicios de los años 80 con los profesores José Manuel González Herrán y Salvador Castañeda, editadas por Jose Luis Gándara, de Ediciiones Tantin,por lo que estuvimos en Santander, Madrid, Polanco y Birmingham. Ha mantenido una actividad cultural intensa con Polanco y un fuerte vínculo afectivo con los polanquinos. En agosto de 2018 la Corporación de Polanco presidida por la alcaldesa Rosa Díaz le rindió un homenaje. Fue la última visita que hizo a Polanco. Dejó  incondicionales amigos, entre los que me encuentro, siendo obligado mencionar a Miguel Angel Rodriguez, José Luis Zárate,  Julio Cabrero. Aquilino Fonseca, José Ramón Saiz y otras muchas personas, tanto de Polanco como de la zona de Torrelavega que en verdad le admiraban y estimaban. Puedo afirmar que ha querido a Polanco y Polanco le ha querido... Se ha divertido con nosotros y nosotros con él.

Había conseguido superar el aterrador virus pandémico del nuevo milenio, pero no pudo con la enfermedad del olvido

Se nos ha ido un prestigioso y mundialmente reconocido estudioso de Pereda y su obra. De tal modo, que como afirma el profesor González Herrán, en el ámbito del hispanismo internacional, los nombres de Clarke y Pereda están ya indisolublemente unidos, hasta el punto de que resulta imposible referirse al uno sin aludir al otro. Y, se nos ha ido, un buen vecino, una buena persona.

Anthony ha partido, pero seguro que personalidades como el propio J.M González Herrán o la discípula de Anthony, Raquel Gutiérrez Sebastián,  entre otros, continuarán la labor científica y divulgativa de nuestro egregio novelista que en los últimos años ha venido trabajando en mostrarnos a Pereda como novelista europeo; me confesó que entre manos tenía un libro que giraba en torno al tema de Pereda y la novela rural europea. Deja dos hijos, Richard y Andrew y dos de sus nietas continúan la saga familiar en los estudios de Filología Hispánica, quizá continúen el legado perediano de su abuelo.

En este abril de acostumbrada presencia se nos marchó. Había conseguido superar el aterrador virus pandémico del nuevo milenio, pero no pudo con la enfermedad del olvido.

Siempre en el recuerdo, profesor Clarke... Siempre en recuerdo. “Birdseed”.

Anthony Clarke como Hijo Adoptivo de Polanco. Adiós a un ilustre vecino
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