miércoles. 08.05.2024

El de la Guitarra

Recuerdo que eran particularmente apasionados hablando de la OTAN (en contra), la misma a la que hubiera deseado pertenecer Ucrania estos días, de las centrales nucleares (en contra) de las que compramos energía eléctrica para España, de la Unión Soviética (a favor) y que poco tiempo después desapareció por no tener nada que ofrecer a los que estaban dentro.

El de la guitarra era un ser humano que se dejaba ver en parques y jardines públicos allá por los años 70 y 80. Solía aparecer, avispadamente, a la caída de la tarde cuando el ocaso que se intuía era buen decorado para su puesta en escena. Pasados los años el tipo está a punto de extinción o desaparecido definitivamente por falta de público y por falta de interés en su mensaje. Tampoco su mirada lánguida y triste, otrora tan atrayente, levanta ningún suspiro.

Suele tener un ascenso rápido por lo audaz y provocador de su mensaje

Debe estar su ADN congelado o metido en resina como en Parque Jurásico porque se le resucita de vez en cuando, con diferentes formatos, ya sin guitarra. Suele tener un ascenso rápido por lo audaz y provocador de su mensaje, enardece a bastantes que se entregan a él con pasión por su mesianismo, se coloca bien en alguna posición e intenta llevar americana y corbata con resultado decepcionante. Finalmente, suele acabar perdido en el olvido de su propia inconsistencia. O en las tertulias hablando de cualquier cosa.

Acabado uno al tiempo aparece otro, heredero siempre de “el de la guitarra” y vuelta a comenzar el ciclo. Volviendo a aquellos tiempos del siglo anterior, en una típica tarde de mediados de Mayo en adelante, salía uno a la calle con la cabeza como un bombo después de toda la tarde estudiando para los exámenes finales; salía para ventilarme un poco y a lo mejor, poco probable, ver algo interesante.

E, inevitablemente, el de la guitarra, como si tuviera un imán, te atraía como si fuera el flautista ese. Se le oía ya a cierta distancia. Sabía sentarse en los mejores bancos del parque y empezaba el repertorio de canciones de cantautores al uso. El cigarrillo en lo alto del traste de la guitarra, entre canción y canción una buena calada y echaba el humo hacia arriba, conquistando el espacio exterior y haciendo como que pensaba en cosas importantes.

Además, mirando para arriba, la melena parecía más larga de lo que era. A su alrededor se iban congregando todas y todos (lo de todes le quedaba mucho por llegar) y se le notaba cada vez más en su salsa conforme se iba juntando más y más personal. Cuando el número le parecía suficiente y la luz del día se eclipsaba se arrancaba a cantar en algo que se comentaba en voz baja que era inglés (mi impresión es que se aprendía de oído la canción y no sabía ni lo que cantaba). El caso es que la interpretación arrancaba algún aplauso y el círculo más íntimo del cantante entraba en una conversación muy progresista sobre temas sociales, la revolución pendiente, vivir sin trabajar… Es decir, planes de futuro.

La interpretación arrancaba algún aplauso y el círculo más íntimo del cantante entraba en una conversación muy progresista

Como uno venía de estar estudiando los términos de la paz de Westfalia y temática similar, unido a una cara poblada de acné, no me sentía con fuerza como para intervenir como hacían otros; así que, mejor callarse.

Recuerdo que eran particularmente apasionados hablando de la OTAN (en contra), la misma a la que hubiera deseado pertenecer Ucrania estos días, de las centrales nucleares (en contra) de las que compramos energía eléctrica para España, de la Unión Soviética (a favor) y que poco tiempo después desapareció por no tener nada que ofrecer a los que estaban dentro.

Hoy siguen con Cuba, Venezuela… Siempre países prósperos y con ciudadanos “felices”. Aquel tipo de la guitarra y otros guitarristas de esa suerte siempre estaban en tercero de algo. Era una manera de defender su intelectualidad y que lo mejor estaba por venir. Visto lo visto yo creo que estaban en tercero de nada. Y hoy buscan causas en las que tener una postura en contra. En contra del sentido común.

El de la Guitarra
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