jueves. 02.05.2024

Si nosotras paramos, se para el mundo

El FMI señala que la igualdad de género es buena para la economía y que provocaría incrementos del PIB de entre el 5 y el 34% según el país.

Hoy muchas mujeres vamos a parar. Lo haremos para visibilizar el valor que tiene el trabajo que las mujeres realizamos cada día gratuitamente, a costa de nuestros trabajos y de nuestra independencia económica. Lo haremos para pedirle una vez mas al Estado que aplique las medidas que llevamos años reivindicando y que son concretas y necesarias para que logremos la igualdad laboral y económica: queremos permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, queremos atención a la dependencia y queremos educación infantil de 0 a 3 años universal, pública y gratuita.

Y es que, a pesar de que nosotras obtenemos el 59% de las titulaciones académicas y de que, además, lo hacemos con mejores calificaciones, seguimos siendo excluidas del mercado laboral. Tenemos 3 puntos más de paro y 12 puntos menos de actividad laboral. Pero demás, estamos discriminadas cuando conseguimos entrar: seguimos sin acceder a puestos directivos y de liderazgo ni a consejos de administración, acumulamos el 75% del empleo parcial, estamos concentradas en las “profesiones feminizadas” que suelen ser las mas precarias y cobramos un 24% menos que los hombres.

Los permisos parentales son tremendamente desiguales y hacen que la ausencia laboral de la madre sea muy superior a la del padre en ese periodo

Todo esto se debe a un reparto desigual de las labores de cuidados. Se sigue esperando a que seamos nosotras quienes nos encarguemos de ellas: cuidar a los hijos e hijas, a los dependientes, cocinar, hacer la compra, limpiar la casa... Obviamente esto nos deja mucho menos tiempo, a veces ninguno, para el trabajo remunerado. Lo cierto es que, aún hoy, muchas mujeres dejamos nuestros trabajos para cuidar gratis.

Desgraciadamente esta cultura tradicional es asumida y potenciada por la ley. Los permisos parentales son tremendamente desiguales y hacen que la ausencia laboral de la madre sea muy superior a la del padre en ese periodo. Esta desigualdad nos sitúa, a ojos de las empresas, como personal de alto riesgo, menos rentable a la hora de ser contratadas. Cuando estamos en edad fértil no se nos contrata y cuando ya no lo somos, la exclusión previa ha lastrado nuestros currículums y se nos excluye por tener menor experiencia.

El Estado tiene una responsabilidad social con el bienestar de la ciudadanía. Sin embargo, sigue externalizando esa responsabilidad en las mujeres. No se está cumpliendo la Ley de Dependencia, manteniéndonos las familiares mujeres en las tareas de cuidados a los dependientes. La red de escuelas infantiles solo cubre a un 31% de los menores de 3 años, y de ese 31%, solo la mitad son públicas. Pero no solo escasa, también es impagable. Para muchas familias es más rentable que un progenitor deje su trabajo, pierda su salario y se dedique a cuidar. En estos casos, siempre es la madre, no solo por cultura, sino también porque nuestro salario suele ser peor. Este retiro  alimenta la brecha salarial.

La crisis ha potenciado esta situación. Los recortes, los cierres, las privatizaciones y la precarización hacen que las mujeres abandonemos esos espacios laborales que tanto costó conquistar durante el siglo XX para volver a los hogares.

Todo el trabajo que hacemos gratuitamente y que es imprescindible llega a ser superior al PIB producido por el empleo remunerado

Toda esta situación es tan injusta como ineficiente. Injusta porque impide nuestra independencia económica. Las mujeres volvemos a depender económicamente de nuestras parejas. Cuando esta situación se da en un contexto de violencia machista provoca que no podamos dejar esas situaciones. Cuando no tenemos pareja nos hace vivir en situaciones de pobreza, como la mitad del millón y medio de madres monoparentales de este país y de sus hijos e hijas. Y esto, a la larga, se convierte en brecha de género en las pensiones y en pobreza en la tercera edad. Y eso que todo el trabajo que hacemos gratuitamente y que es imprescindible llega a ser superior al PIB producido por el empleo remunerado. Y es ineficiente porque supone un desperdicio de nuestro capital productivo a pesar de que salimos mejor cualificadas de la etapa educativa. Incluso el FMI señala que la igualdad de género es buena para la economía y que provocaría incrementos del PIB de entre el 5 y el 34% según el país.

Todo este contexto nos enfrenta a una triste e injusta situación: las mujeres estamos siendo explotadas. Y no solo eso. Al mismo tiempo, nuestros derechos están siendo amenazados en todo el mundo. Nuestros derechos reproductivos en Polonia y hasta hace poco en España. Rusia acaba de aprobar una ley que despenaliza y legaliza la violencia machista. En Estados Unidos se ha alzado el presidente más misógino que recordamos.

Es hora de plantear qué pasaría si las mujeres dejásemos de hacer todo este trabajo. Es hora de que las mujeres paremos. Porque si nosotras paramos, se para el mundo.

Si nosotras paramos, se para el mundo
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