domingo. 28.04.2024

Los mayores son mayores, pero no son tontos

Explicaciones impartidas con la condescendía que usan los que se creen muy listos con los que consideran tontos, y amenazas si no se plegaba a los intereses de la intermediaria financiera que ha cubierto la operación al comprador.

Mi padre se ha tirado medio año con la venta de un piso que heredó de mi abuelo. Tiene 80 años, está perfectamente lúcido, y lo ha hecho todo él solo. A mí me ha ido preguntado cosas sueltas, probablemente por sentirse más seguro en el proceso, que no ha sido nada sencillo. Con la inmobiliaria ha sufrido mucho, entre excusas inverosímiles por los retrasos en cerrar el trato y firmar las escrituras, explicaciones impartidas con la condescendía que usan los que se creen muy listos con los que consideran tontos, y amenazas si no se plegaba a los intereses de la intermediaria financiera que ha cubierto la operación al comprador.

Estas, en realidad, me las han hecho a mi, pensando que tal vez me cagaría de miedo al escuchar a un abogaducho macarra y pendenciero hablar de juicios, jueces, decisiones culposas y jurisprudencia, y con eso convencería a mi padre de hacer lo que a él le venía mal pero a ellos lo hacía bien. Al respecto, solamente puedo pedir disculpas por las voces que pudieron escucharme los viandantes que la tarde de la llamada telefónica paseaban por Gran Vía. Por supuesto, ni mi padre cedió al chantaje ni yo me asusté

A mí me ha ido preguntado cosas sueltas, probablemente por sentirse más seguro en el proceso

Poner el dinero de la venta a producir tampoco le ha sido una tarea fácil. Ha recorrido unos cuantos bancos buscando un producto sin riesgos, y cuando ha creído haber dado con él, de la información de palabra del vendedor a la que sale en los papeles que se ponen a la firma, en todos los casos, ha habido un mundo de diferencias. Que si el plazo del depósito no era tal, que si la disposición anticipada si que tiene penalización, que si para obtener el interés que dijeron hay que contratar una tarjeta de crédito, que si en realidad no es un depósito sino un fondo estructurado... Al final ha encontrado a alguien honesto que le ha convencido precisamente por eso, y ha podido cerrar 7 meses de idas y venidas, de tensiones y de disgustos, de confusión y maltrato. 

Mi padre no siente solamente que le hayan hecho perder el tiempo. Que esté jubilado y disponga de mucho no quiere decir que los demás puedan administrárselo a su conveniencia. Después de esta experiencia, tiene también la sensación de que le han estado mareando porque es mayor, y por eso mismo, resulta sugestionable, manipulable y fácil de engañar. Está convencido de que le han tratado con desdén por su edad, dando por supuesto que con sus años no tiene preparación para entender, ni lucidez para enterarse ni valor para oponerse.

Se han confundido todos. Los de la inmobiliaria, los de la financiera de la inmobiliaria y los funcionarios de las entidades bancarias a las que ha ido a preguntar. Mi padre es un señor mayor, pero desde luego no es tonto. Porque tener muchos años no convierte a nadie automáticamente en incapaz. En un tiempo en el que la información corre que se las pela, y la realidad de cada día es absolutamente distinta a la del anterior, ser mayor puede ser un hándicap.

Por supuesto, ni mi padre cedió al chantaje ni yo me asusté

Los mayores tardan algo más en aprender que los menos mayores, se manejan con menos soltura en según qué campos del saber o de la técnica más actuales, y se vuelven confiados cuando están a gusto con su interlocutor. Todo eso les hace vulnerables, pero ni mucho menos estúpidos. Despreciar la capacidad intelectual de las personas mayores es una mezquindad, y aprovecharse de ella, con maldad o por simple soberbia, es una canallada.

Cualquier sociedad que pretenda pasar por honesta y justa tiene una deuda de honor permanente con sus mayores. Porque ningún presente es posible sin el caudal humano, sin el compromiso vital, sin la lucha diaria de los de más de edad. Somos en cada momento lo que somos, llegamos a donde llegamos, gracias a su sacrificio y a su esfuerzo. Cada generación es tributaria de la anterior. Cada mujer y cada hombre construyen su futuro sobre lo que sus padres y sus abuelos dejaron hecho antes. No hay avance si no hay mayores con pasado. Y ese legado merece el mayor de los respetos.

Tratar a los mayores como sobrantes, desvalorar sus capacidades, despreciar su conocimiento, presuponer su falta de preparación y de entendimiento, solamente demuestra que quien lo hace es un miserable. Mi padre ya tiene su piso vendido y su dinero rentando. Ojalá el tiempo que ha tardado se les multiplique en pesares a los que le han atendido como no se debía, por desgraciados. 

Los mayores son mayores, pero no son tontos
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