lunes. 29.04.2024

Francisco González de Posada (Cádiz, 1942) acaba de pasar a los anales de la cultura, el conocimiento y la educación al convertirse en la primera persona en el mundo con nueve doctorados. Y su intención, si todo va bien y “la cabeza lo permite”, es lograr el décimo en cuestión de unos meses. Con una vinculación especial con Cantabria, cuya Universidad dirigió entre 1984 y 1986, y de la que fue catedrático de Fundamentos Físicos de las Técnicas en 1977, cuando todavía era Universidad de Santander (precisamente fue bajo su mandato bajo el que cambió de nombre), su currículo académico y profesional es tan extenso que cuesta resumirlo en un solo artículo.

Como él mismo reconoce a eldiariocantabria.es, el origen de esta trayectoria es “sencillo” y llegó de la mano del cardenal Ángel Herrera Oria, que creó la Escuela de Ciudadanía Cristiana Colegio Pío XII en 1961, para la que “eligió dos buenos estudiantes de cada provincia” para otorgarles una beca, entre los que se encontraba un joven Francisco. La condición de esta ayuda era que, además de estudiar la carrera que hubieran elegido, “nos obligaba, por decirlo de algún modo, a tener una carrera diferente a la que habíamos elegido”. González de Posada se había decantado por la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, en la que se doctoraría por la Universidad Politécnica de Madrid. La rama que eligió de las que le ofrecía Herrera Oria fue Filosofía y Letras.

Sus doctorados versan sobre Teología, Filosofía, Sociología, Medicina, Filología Hispánica, Historia, Química y Economía

“Entre serio y broma decía entonces que iba a hacer tres carreras”, recuerda Francisco desde el Museo Ruso de Málaga en el que atiende a este medio. Y efectivamente, como carreras universitarias, tiene tres: Caminos, Canales y Puertos; Filosofía y Letras; y Ciencias Físicas.

Todo responde a una “apetencia intelectual”, como él mismo la define. Lo curioso es todas las ramas que ha tocado a lo largo de su vida con sus doctorados. A saber: Teología, Filosofía, Sociología, Medicina, Filología Hispánica, Historia, Química y Economía; esta última la más reciente en la Universidad de Castilla-La Mancha y con una temática tan actual como el cambio climático y el modo en que nos enfrentamos a este problema, todo a partir del punto de vista expresado por el Papa Francisco (el título exacto es 'Del paradigma económico al capitalismo inclusivo en el magisterio pontificio de Francisco').

Para nuestro entrevistado, todo se debe al modo en que “se ha desarrollado la vida”. A este respecto, recuerda que primero fueron las “figuras médicas” las que “se emperraron” en hacerle académico de honor. Tras esto, Farmacia y Bellas Artes siguieron sus pasos. “Después vinieron las demás”, hasta el punto de que ha tenido que empezar a decir que no “porque yo entro a trabajar, no a recibir honores, y la semana no da para más”, sobre todo porque, además del trabajo, también está el estudio de sus tesis doctorales, con la dedicación que eso conlleva.

Por hacer un breve resumen, es académico numerario de la Real Academia Nacional de Medicina (1998), académico de honor de la Real Academia de Medicina de Cantabria (2000), académico honorario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz (2002), académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (2002), académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Buenas Letras de Écija ‘Luis Vélez de Guevara’ (2002), académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia (2002), académico numerario de la Academia de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote (2003), académico correspondiente de la Real Academia Hispano Americana (2003), académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz (2005), académico honorario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Granada (2005), asambleísta de la Asamblea Amistosa Literaria (2004) y miembro de número del Instituto de Estudios Canarios (2005).

Francisco recuerda que uno de los momentos ‘cumbre’ de esta carrera doctoral fue cuando realizó dos tesis en un mismo año. “Quería dejar algo propio a Medicina, por eso hice el doctorado”, recuerda este profesor que, a sus 81 años, ha logrado un hito al que pocas personas en el mundo podrán siquiera aproximarse. Pero ese mismo año la Universidad de Alcalá “le cogió para un doctorado en Filología Hispánica”, que centró en la figura de la mujer en la novela de Delibes, una temática de gran relevancia social que se vincula estrechamente con el movimiento feminista.

Quizá lo más llamativo es que, de los nueve doctorados, ocho los ha logrado en los últimos 11 años, desde que se jubiló. Y tras una carrera como docente, con titulaciones en materias tan diferentes, la pregunta es casi obligada: ¿se puede seguir aprendiendo algo nuevo con la realización de estas tesis? Su respuesta es clara: “quiero seguir aprendiendo”. “Las tesis son de diferentes ámbitos”, apunta, y aunque reconoce que “algunas tesis sí pueden tener mayor capacidad crítica o puntualización de la Historia, otros ámbitos son independientes”, por lo que siempre encuentra caminos para ese aprendizaje constante.

Una figura intelectual, docente y científica como la suya ha vivido la evolución de la formación universitaria en España desde antes de la Transición. Por eso, subraya que en estas décadas ha podido percibir aspectos positivos y negativos en estos cambios. Desde un punto de vista más local, “la Universidad de Cantabria ha ido creciendo en profesorado, alumnos…” y esto es algo que ha permitido a la institución ser más relevante.

A nivel global, destaca un “aspecto muy positivo”, y es que más del 50% de la población es universitaria, y un 70% de los estudiantes logra obtener el título. Pero esta cara tiene una cruz, y es que “la enseñanza se ha venido devaluando” por diferentes motivos. Para Francisco González, uno de ellos es que “a los profesores que suspende se les considera los malos”. El otro es que “los niveles de exigencia se han reducido”, lo que ha permitido formar a “personas más completas” de una forma global, pero “no se logran alumnos con más conocimientos”, algo en lo que, añade, no contribuye el haber convertido las licenciaturas en grados o dobles grados universitarios.

El papel de Francisco González de Posada como rector de la UC también permitió la creación de los cursos de verano de la institución, hoy en día un importante refuerzo académico. En Cantabria también creó el Aula de Cultura Científica y promovió la creación del Premio Nacional de Investigación Tecnológica ‘Leonardo Torres Quevedo’, las exposiciones sobre científicos montañeses y el monumento a Leonardo Torres Quevedo que se erigió en Arenas de Iguña, por el que el Ayuntamiento cántabro de Molledo le declararía ‘Hijo Adoptivo’ en 1986, reconocimiento que también le ha hecho Laredo. Precisamente su defensa del famoso inventor cántabro la ha continuado uno de sus hijos Francisco A. González Redondo.

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