lunes. 29.04.2024

Cantabria es uno de esos paraísos que aún están por descubrir para el turista medio. Alejada del podio del sector servicios, ostentado por lugares tan paradisíacos como Baleares, Canarias o la Costa del Sol, ‘la Tierruca’ lleva años dando pasos agigantados para intentar pelearles los clientes a los grandes destinos nacionales.

Tierra de contrastes donde se pueden practicar actividades tan dispares como espeleología o esquí y disfrutar de un baño en las aguas del Cantábrico en el mismo día, la pequeña comunidad cuenta con unos recursos naturales privilegiados que han propiciado la existencia de rincones de ensueño que hacen las delicias de locales y extranjeros. Uno de ellos son las cascadas. Desde grandes saltos de agua hasta pequeños nacimientos de ríos, Cantabria presume de algunas de sus mayores joyas que suelen pasar desapercibidas para aquellos que la visitan.

Río Gándara desde el mirador | Foto: Turismo de Cantabria
Río Gándara desde el mirador | Foto: Turismo de Cantabria

En primer lugar, es imposible comenzar esta lista sin mencionar la cascada más conocida del lugar. Puede que sea por ostentar el título de la mayor cola de caballo de la región -con 70 metros de altura- o por contar con una de las rutas de senderismo mejor preparadas y aptas para todos los públicos, pero la cascada del nacimiento del río Asón es una de las paradas imprescindibles a realizar en una visita a la tierra de los sobaos. Enclavada en el corazón del Parque Natural de los Collados del Asón (Soba), es la cuna no sólo de uno de los ríos más importantes de la zona, sino de algunos de los sistemas subterráneos más grandes de la región con más de 4.000 cuevas catalogadas.

Sin abandonar la zona se encuentra otra de las grandes destacadas en el campo de los saltos de agua cántabros: la cascada del río Gándara, o mejor dicho las cascadas. Las visitas al lugar son tan habituales que se construyó un mirador suspendido a 300 metros sobre el suelo para poder apreciar las vistas del mencionado Parque Natural. Asimismo, el río cuenta con una presa que ha dado lugar a otra cascada de casi tres metros de altura muy concurrida por los amantes del kayak.

Churrón de Borleña | Foto: Turismo de Cantabria
Churrón de Borleña | Foto: Turismo de Cantabria

Otra de las paradas imprescindibles en esta ruta por algunas de las cascadas imperdibles de Cantabria es, sin duda, el Churrón de Borleña. En pleno corazón de los Valles Pasiegos se alza este imponente salto de agua de unos 20 metros de altura que se ha convertido en uno de los destinos favoritos de los turistas amantes del senderismo debido a su fácil acceso y extraordinaria belleza. Enclavada en un bosque de robles y fresnos, entre otros ejemplares, esta pared de agua da en una pequeña poza colonizada por ranas que hacen las delicias de los más pequeños que intentan capturarlas.

Cascada de El Tobazo (Valderredible) | Foto: Turismo de Cantabria
Cascada de El Tobazo (Valderredible) | Foto: Turismo de Cantabria

Al sur de la comunidad autónoma se encuentra otra de las cascadas más destacables de la región: El Tobazo. Situada a 800 metros de altitud en lo alto del Cañón del Ebro (Valderredible) y custodiada por una pequeña ermita rupestre del siglo VII -aproximadamente-, el manantial se alimenta de una surgencía karstica que da lugar a la cascada que va formando la toba caliza, de la que toma su nombre, siendo el único caso de este fenómeno en la región. El resultado son 5 kilómetros de sistema kárstico de una belleza sin igual.

El Bolao, en Cóbreces | Foto: Turismo de Cantabria
El Bolao, en Cóbreces | Foto: Turismo de Cantabria

Por último, aunque no menos importante, se presenta una cascada diferente a todas las ya mencionadas, y es que no sólo de grandes montañas vienen los mejores saltos de agua, algunos se encuentran en su unión con el océano. Ese es el caso de El Bolao (Cóbreces), una cascada particular donde las haya, con una desembocadura a los pies del acantilado de ‘El indio’ y custodiada por las ruinas de un antiguo molino hidráulico que recogía las aguas del Arroyo de la Presa para moler el trigo y el maíz que traían los vecinos de los alrededores. Se trata de la cascada de agua dulce más próxima al mar de ‘la Tierruca’ y su visita no dejará indiferente a nadie.

La tierra de las cascadas secretas
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