viernes. 03.05.2024

Vivían separados por un caudaloso río. En una orilla, un rey déspota mandaba sobre sus obedientes vasallos, y al otro lado se encontraba la plebe que intentaba sublevarse para conquistar la libertad. Un día, el monarca ordenó a sus arquitectos la construcción de un puente para que su ejército saqueara a los más pobres y debilitarlos ante una posible ofensiva. Transcurrieron cuatro años para que se terminara una obra colosal a la que no faltó ni mármol ni adornos de oro. Un despilfarro cuando su pueblo padecía hambre.                                                        

En la otra orilla, donde cosechaban sus escasos alimentos en la tierra, se prepararon para la invasión con armas artesanas. Llegó el momento de la batalla. El rey, soberbio e implacable, dio la orden: "¡Soldados adelante!". La contienda duró apenas media hora, pero no como era de esperar, luchando. Los dos bandos dialogaron y llegaron a la conclusión de que tenían al mismo enemigo, un tirano que gobernaba sus vidas.

Se hizo de noche y juntos cruzaron el puente con antorchas. Derribaron la entrada del castillo y dieron muerte al rey cuando intentaba huir con su pijama. Desde aquella memorable fecha los habitantes de las dos orillas organizaron un estado de nueva convivencia. Para cada celebración se acordó un brindis con sidra al repicar las campanas de la esbelta torre. 

La fábula de las dos orillas
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