viernes. 03.05.2024

Yoli abandonaba la unidad del sueño, al menos de manera temporal. Sus apneas estaban bien encaminadas. Subió al autobús y en un asiento encontró a una amiga que se dedicaba a leer las cartas y a la videncia. Las dos coincidían en edad, 35 años, y en su pasión por la parapsicología. Mónica se interesó por la salud de Yoli y le comentó que sus problemas de descanso y las pesadillas podían estar relacionadas con un mal de ojo de alguien que le odiara desde el más allá. Finalmente, decidieron hacer una ouija.

Ya en la casa de la vidente se colocaron ante un tablero dotado de letras y números con el que supuestamente se puede entablar contacto con los espíritus de los difuntos. Pasaron unos instantes y a Yoli le dio un ataque de nervios. "He escuchado el aullido de un lobo. Siempre aparece en mis pesadillas y me transformo en una mujer loba", confesó. Su amiga Mónica no tuvo tiempo de escapar. Los colmillos le habían atravesado la vena yugular. La chica dejó de escuchar los alaridos e iba lamiendo su sangre mientras recuperaba su aspecto normal y bajaba sola en el ascensor. Al día siguiente, Yoli desayunaba un Bloody Mary y unos churros en una cafetería mientras leía el periódico que informaba de la decimoquinta muerte en idénticas circunstancias. Echó un vistazo casi hipnótico a su bebida roja.

La mujer loba
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