domingo. 28.04.2024

Cada cual tenemos y llevamos en nuestra alma las motivaciones por la cual realizamos un Camino de peregrinación, bien sea una, dos, tres o cuarenta veces. Muchos siguen haciéndolas motivados por su fe católica, por la necesidad de sacrificar tiempo y comodidad para purificarse interiormente y ponerse en paz con Dios, el Universo, con ellos mismos o para pedir la intercesión del Apóstol Santiago en el casco de la Ruta Jacobea o de Santo Toribio en el del Camino Lebaniego. Pero sin embargo, y como he dicho unas palabras atrás, otros buscan o buscamos el reencuentro consigo mismos, mientras disfrutas del patrimonio, la historia y la cultura de los lugares por los que caminas y discurren estas vías milenarias. Así las cosas, y sea cual sea la motivación principal, siguen siendo importantes vías de comunicación en el más amplio sentido de la palabra, al igual que debe entenderse y aceptar que la vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla.

Por la mañana, una vez hemos desayunado y despedido de Marta, a la que le deseo le vaya bien en la vida, las señales nos invitarán a tomar una pista de hormigón y, por ella y una vez atravesado Burió con sus increíbles cuestecitas, porque vaya cuestecitas, culminaremos el Collado de Hoz, que tiene desde arriba una buena panorámica sobre el valle de Lamasón. Mientras subía hablé con un par de ganaderos del lugar, y ciertamente están bastante preocupados con los ataques al ganado de los lobos tanto a las terneras como a los caballos que también crían en la zona, así que mejor no sacar el tema si aprecias a los lobos, porque te pueden mirar torcido si lo manifiestas. El tema de los escasos lobos y osos que quedan siempre será parte del clásico enfrentamiento entre la vida natural y el progreso, tema de difícil solución que sabemos cómo terminará aunque no deseemos aceptarlo…

Burió
Burió

Y sí, hemos subido, menudas cuestecitas pienso mientras disfruto de las vistas, pero sonrío pensando que esto es solo un pequeño aperitivo para lo que nos espera más adelante después de Cicera, pueblo al que llegamos tras andar un rato por la carretera y luego tomar a la izquierda un camino en descenso que nos llevará hasta Cicera, un bonito pueblo enclavado en un bello lugar, que tiene un albergue en cuya fachada hay un bonito mural obra del artista Roc Blackblock, así como un bar que siempre encuentras cerrado, que le vamos a hacer.

Cicera
Cicera

Descansamos un poco, ya que nos queda una buena subida, aunque para ello tendremos varias opciones para continuar adelante, aunque todas te harán sudar, desde luego. Tienes opciones por el Collado de Arceón, pero personalmente y por opinión de otras personas pues no me atrae por ser menos vistosa, y por otra parte, por ser la que he tomado dos veces y quizás, solo quizás, aunque bastante dura es la más practica y bella, donde encontraras árboles de cientos de años, así que opto por subir por la típica y oficial, por la Canal de Francos, la cual mirando hacia arriba me pregunto ¿en serio tengo que subir todo esto?, y es que en dos kilómetros y pico de continua y durísima ascensión nos hará ganar casi cuatrocientos metros de duro desnivel ¡bendita locura! Sí, bendita locura para alguien que como yo odia las subidas, así que los pobres arbolitos y bichitos del lugar aún deben recordar mis juramentos mientras ganaba altura, pero siendo sincero, disfruté subiendo a pesar de todo, la verdad es la sinceridad, porque tener uno de esos pequeños momentos de felicidad que la vida nos regala, tiene más que ver con la actitud de cada cual y con su manera de afrontar aquello que le está pasando, que con un problema o dificultad concreta, y reconozco que la subida es dura, para mi personalmente muchísimo más que la subida de Hospitales en el Camino Primitivo o la famosa ascensión de Cebreiro que tantas veces he subido, y es que se va notando el desnivel que vamos alcanzando paso a paso en un firme terreno húmedo, abrupto a veces entre piedras, pero realmente y aunque sufras un poquito lo disfrutas, la belleza del paraje lo compensa todo, las sensaciones que te llegan te animan, aún más cuando una vez haces cima van apareciendo entre los claros del arbolado unas magnificas e imponentes vistas que siempre quedaran en ti. 

Canal de Francos
Canal de Francos

Y en este lugar, realmente agotadito un poco de la subida, es cuando me gusta escuchar el silencio, porque es fascinante lo que se puede escuchar si es que realmente deseas escucharlo, y deciros que en este Camino a veces lo escuchas realmente en toda su belleza, así que no perdáis oportunidad de hacerlo si así lo deseáis, porque la felicidad es mucho más que una suma de placeres o de sensaciones físicas o mundanas.

Vistas una vez subida la Canal de Francos
Vistas una vez subida la Canal de Francos

Pero eso sí, disfruta esos momentos, porque tras ello, si crees que la subida ha sido dura pues ahora mira hacia abajo, porque comienza una bajada de 700 metros de desnivel en casi 5 kilómetros sobre un firme que no me gustaría pisar lloviendo, y que nos llevará hasta Lebeña. Tanto la subida como la bajada son de órdago, las recordaras siempre, pero te sentirás divinamente haciéndolo, te lo puedo asegurar, yo me quejo por quejarme porque mientras subes o bajas desahogas así tensión interna, y porque con una sonrisa siempre es todo más llevadero.

En Lebeña pues tampoco hay bar, dicen que abren uno en temporada alta, así que aprovecha y descansa en el banco de madera de un sitio de vending como hago yo, y luego por supuesto acércate a disfrutar de la bella iglesia de Santa María de Lebeña, excepcional joya prerrománica del siglo X construida en sillería de arenisca y caliza por maestros canteros huidos de las tierras asoladas por los invasores musulmanes. Disfruta de su estructura, contempla sus líneas a la vez simples pero maravillosas. De esta maravilla que lleva aquí mil años, tiempo que ha dado lugar para leyendas, tradiciones e historias, como aquella que narra que la iglesia se construyó en el año 924 a expensas de don Alfonso y doña Justa, condes de Liébana, con la intención de trasladar hasta aquí las reliquias del ya milagroso santo Toribio. Una vez levantada la iglesia, los hombres del conde fueron a reclamar los restos del santo a San Martín (como así se llamaba entonces el futuro monasterio), pero los monjes se opusieron a la entrega. Sin embargo, don Alfonso no estaba para negativas y ordenó arrebatar el cuerpo santo al monasterio por la fuerza. Desde entonces, conde y condesa empezaron a perder la vista hasta quedar ciegos. Convencidos de que aquel mal se lo había causado el propio santo por profanar sus restos, decidieron devolver a San Martín las reliquias del santo, por lo que la ceguera de ambos quedó sanada. 

Iglesia de Santa María de Lebeña
Iglesia de Santa María de Lebeña

Y luego de admirar la iglesia, pues vamos, que nos espera disfrutar cruzando el desfiladero de La Hermida, para lo cual expondré las posibilidades que tenemos, que desde aquí a Potes son dos opciones y media, la media la califico así porque es desaconsejable totalmente aunque haya personas que la tomen arriesgando su integridad, ya que es seguir unos dos kilómetros por la carretera que atraviesa el desfiladero, una carretera estrechísima y sinuosa donde aunque están en obras en algunos lugares no tiene sitio un peatón para resguardarse. Las otras dos son tomar por Cabañes, la oficial pero más larga y pesada, que no he tomado nunca, y la que queda que es ir por la parte de arriba del Desfiladero de la Hermida, por el que llaman Camino de Concha la Cova, donde hay un punto que se ha hecho famoso porque dicen tiene unos metros de peligrosidad (a mí no me lo parece, yo disfruto cruzándolo) durante una parte del trazado, lugar que por supuesto si está lloviendo o hace fuerte viento desaconsejo también, y lo repito, si llueve o con fuerte viento no es muy aconsejable, pero es nuestra voluntad la que decide, pero eso sí y es algo que siempre repetiré, siempre atentos con seguridad y precaución, y también buena actitud para disfrutar de nuestros pasos en tan bello Camino…

Señal a Concha La Cova
Señal a Concha La Cova

Así que siguiendo las indicaciones, tomamos para la parte alta de Lebeña y cruzamos ese tramo del Desfiladero de la Hermida por arriba, que nos ofrecerá unas impresionantes vistas, ese camino de abruptas paredes con cientos de metros de altura y que se abre a la Comarca de Liébana en todo su esplendor, donde tendremos una ocasión única de disfrutar de las vistas sobre el desfiladero, un lugar que recuerdo cuando lo cruzaba con el coche por la carretera y pensaba que cómo debía ser contemplarlo desde arriba, algo que he cumplido y disfrutado por dos veces. Así pues, tras recorrer ese trazado aéreo por encima de la carretera, bajaremos a la misma, caminaremos unos metros y luego ya tomaremos un desvío a la derecha...

Cruzando el desfiladero por la ruta de Concha la Cova
Cruzando el desfiladero por la ruta de Concha la Cova

Que ya con tranquilidad y sin desniveles pasaremos por Castro Cilorigo, y en menos de una hora, en un paseito después de todo lo que hemos dejado atrás llegaremos a Potes, esa bella localidad donde en algunos lugares parece como si el tiempo se hubiera detenido siglos atrás, y donde nos espera una buena ducha y una cerveza bien fría, nos la hemos ganado, en verdad que sí, pero hemos disfrutado y seguiremos haciéndolo, que siempre tengamos esa decisión en nuestra alma. Y ya para recuperar fuerzas al llegar a Potes, ¿pues que mejor que meterte como plato único un buen cocido lebaniego de esos que te dejan completamente "reestructurado"...? Aunque eso sí, asegúrate y bien de que ya no vas a seguir caminando después y ya vas a descansar, porque quien pueda caminar después de meterte dos buenos platos de cocido lebaniego eso es un milagro. El Camino es, aparte de los motivos personales que nos llevan hasta el mismo para caminarlo, para disfrutarlo, sentirlo, saborearlo y recordarlo siempre, así que dejaremos la llegada al monasterio de Santo Toribio para mañana... 

Potes
Potes

Y mientras disfrutaba de la comida y mis pensamientos iban y venían, me dije a mí mismo que estaba cansado, contento y feliz ¿podía pedir algo más en ese momento...? Una cosa sí que puedo confirmar, esta es una de esas etapas grandes, "completas" y sagradas, de esas que dejan huella en tu cuerpo y en tu alma si no te escaqueas y la haces completa, porque tiene de todo, belleza, gran dureza y momentos que se quedan grabados, como esa subida después de Cicera, la bajada hasta Lebeña y el paso aéreo del Desfiladero, y eso es lo que cuenta... Además, mis pecados –tantos y tantos- iban a ser perdonados en indulgencia al día siguiente, en un bello entorno montañoso donde lo único imperdonable sería no volver a pecar con sus paisajes, su comida y su orujo.

Sí, claro que sí, muchas cosas, ya lo sabemos, pero de todo lo que tenía al alcance de mi mano y de mis ojos y no lejos en estos momentos, lo tenía todo, y por eso dejé que una más que sincera sonrisa se dibujara en mis labios. A veces, aunque la vida nos ofrezca poco, debemos ser agradecidos por ello, porque mañana quién sabe dónde estaremos…

El próximo sábado subiremos los escasos tres kilómetros hasta el Monasterio de Santo Toribio, el cual está considerado uno de los importantes lugares de peregrinación y la meta del Camino Lebaniego, donde según la tradición, leyenda e historia, que a veces todo es uno, custodia desde hace siglos el Lignum Crucis, el mayor trozo de madera conservado de la Cruz de Cristo.


 

Camino Lebaniego día 2
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