Asegurar espacios instruidos
“Son esas redes de apoyo cultural, las que nos hacen avanzar, consiguiendo que los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, acogedores para adaptarse a las situaciones adversas y sostenibles”.
“Son esas redes de apoyo cultural, las que nos hacen avanzar, consiguiendo que los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, acogedores para adaptarse a las situaciones adversas y sostenibles”.
“Hemos de activar el amor y desterrar las armas. De lo contrario, va a resultar imposible adaptarse a este mundo cambiante, totalmente atrapado por los artefactos, generando confrontación, en vez de centrarnos en ajustes racionales y remedios inteligentes”.
No podemos continuar con la angustia de la pobreza que padecemos como especie, tenemos que mejorar el linaje, con otro ánimo de amor más generoso que acreciente ese capital social.
Es verdad que nos hemos globalizado, pero por esa ausencia de afecto, hay una fragmentación social que aviva todo tipo de conflictos. No se trata de colonizarnos unos a otros, sino de querernos y sentirnos familia.
“Regenerarse para concebirnos constructores de una nueva época, que nos exhorte a entrar en sanación para poder resurgir de nuestras propias miserias mundanas, es retomar a la sensatez sin la camisa de fuerza, desterrado el bochornoso tráfico de armas que sólo alimenta los conflictos”.
“El corazón humano siempre anhela espacios en los que reine el amor, la confianza y la quietud en nuestro interior, así como la benevolencia con los demás”.
“La concordia no conoce fronteras, únicamente el egocentrismo y el rencor, hacen territorio para sí y los suyos”
Lo trascendente es que nadie prevalezca sobre nadie, sino que se complementen los esfuerzos en los itinerarios vivenciales, con la alegría que suponen las manos enlazadas, a la hora de reconstruir veredas perdidas u olvidadas
“Una solidaridad efectiva tiene que desterrar de sus aires la desconfianza y el odio, levantar barreras y fomentar los abrazos de verdad, destronar los frentes mediante una atmósfera de escucha y diálogo permanente, poniendo en primer plano las cuestiones que concilian, por ínfimas que puedan parecernos”.
Hace tiempo que el presente no lo vivimos como nos pertenece; y, por ende, el futuro tampoco nos entusiasma. Esto es muy grave, gravísimo
Deberíamos propiciar una década distinta, la de un retorno interior que nos haga mejores ciudadanos. Realmente andamos enfermos de corazón y mente. Debemos mejorar la vida todos, desde el propio linaje al entorno por el que se transita.
Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad para ese canje de actitudes. Cada ciudadano tiene su corresponsabilidad para esa reforma. No es menester guiarnos por los dominadores.
En multitud de ocasiones nos vendemos al ímpetu ciego del inconsciente, y utilizamos la violencia y el egoísmo como lenguaje, sin considerar que un mal poder utilizado nos retrotrae a épocas ya vividas, pues lo transcendente es que estas enormes olas de cambios, contribuyan a hermanarnos más, a querernos mejor, a considerarnos decentes.
Hemos de poner más ilusión y veremos como la realidad cambia. Esto no es nada fácil. Claro que no. Persistir en caminos tan contradictorios y crueles, intentando verter otras luces más justas para todos, no es nada sencillo en medio de lo que estamos viviendo, requiere de saber mirar y ver más allá de lo vivido.