lunes. 29.04.2024

En el callejón de las almas perdidas

De cuándo Sánchez dejó de ser Pedro para convertirse en Bradley Sánchez, y transitar por el callejón de las almas perdidas, hay hemeroteca hasta aburrir, pero todo se resume en el sustantivo poder

Sánchez tenía un alma, que no era como la del borono lebaniego –ya quisiera–, pero parecía de firme convicción. Señaló con el índice a los políticos catalanes responsables del Procés, a los que acusó de rebelión, con be de borrico (en la práctica golpe de Estado), y dijo que iría a por Puigdemont para traerlo de las orejas y ponerlo a disposición judicial. También manifestó que jamás pactaría con Bildu, hasta fingió irritarse con un presentador por hacerle más de una vez la pregunta. Eran los principios de su alma antes de que adoptara la de Marx (el cómico, no el filósofo comunista; aunque quizá también). Ahora ‘Pujdemón’ (en la lengua cooficiosa de la ministra de las haciendas) es el rey del blues, la rebelión es en realidad revelación socialista y, por si todo fuera poco, hay por ahí, ¡ay! (ejercicio lingüístico para el ministro de Cultura), un proyecto aún soterrado, y que muy pronto saldrá a la superficie, para propinarle al 78 una severa patada en los cuartos traseros. Se llamará amnistía o ‘tutía’, tanto monta.

Rizar el rizo más intrépido, ahora que puede dormir a pata suelta con el populismo, y además sumando las ovejitas trasquiladas de la derecha

De cuándo Sánchez dejó de ser Pedro para convertirse en Bradley Sánchez, y transitar por el callejón de las almas perdidas, hay hemeroteca hasta aburrir, pero todo se resume en el sustantivo poder. Sustituyó el verbo (lo que podía hacer y nunca hizo; y a lo que se comprometió, por cierto) por un embeleco de contradicciones y mentiras que asienta en el perímetro de la nación para burlar el núcleo. Un ejercicio de peripecias y piruetas circenses que el Gobierno trata de vender como audacia y que no es más que situar una reata de fichas de dominó a merced del viento del nordeste. Caída la primera, desparramadas todas. Rizar el rizo más intrépido, ahora que puede dormir a pata suelta con el populismo, y además sumando las ovejitas trasquiladas de la derecha. 

Bradley Sánchez, grisácea su alma de ceniza, está de resacón en Moncloa y no se detendrá hasta explicar el lado bueno de las cosas. Es decir, lo que antes era el malo, pero girado y dado la vuelta a conveniencia. Y en ese carril sobran los desleales y los cuerdos. Un PSOE que va perdiendo sus letras.
 

En el callejón de las almas perdidas
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