domingo. 28.04.2024

Encuestas

La encuesta merodea estos días la política más que de costumbre. Como la leona a su presa cuando la ve escuálida o enferma. La encuesta es voraz, sagaz, estratega, pero no siempre certera

Cuando en política hay berrea de cualquier tipo (elecciones, decisiones polémicas, crisis…) los medios de comunicación cambian la dieta a los partidos; en lugar de letras, audios o vídeos sirven encuestas. La encuesta es la mejor alfalfa que puede deglutir un político, ya tenga problemas en su gestión habitual o aspire a cambiar lo que hay. La encuesta es el opio de las sedes, los despachos y las plantas nobles. Si sale bien se agarran a ella como náufrago desnutrido a la aleta de un tiburón, y si pinta mal largan el comentario de siempre: se trata de la opinión en un momento dado que no tiene por qué coincidir con el escenario futuro; es decir, cuando se repartan las alubias. Y algo de eso hay a tenor de la experiencia pasada, que es lo único empírico que le queda a la dedicación púbica: después de vendimiar, cestos.

La encuesta tira la caña casi siempre en un mar revuelto, pero el estado del mar el día de autos es una incógnita

La encuesta merodea estos días la política más que de costumbre. Como la leona a su presa cuando la ve escuálida o enferma. La encuesta es voraz, sagaz, estratega, pero no siempre certera. Recuerdo aquellas presidenciales francesas cuando el parecido con la realidad no fue ni coincidencia. La encuesta, o su primo el sondeo, venden tendencias (cómo está el temporal en un pasaje de la legislatura), pero es difícil aproximar los resultados como si se tratara de una lambada electoral. Todo depende de la fotografía real, no de la actual, de unas décimas, de unos restos que pueden cambiarlo todo. De una declaración, de un suceso, de un deceso. La encuesta tira la caña casi siempre en un mar revuelto (si no hay resaca, nadie hace una encuesta o solo la hacen los partidos, que están viciados y viciosos), pero el estado del mar el día de autos es una incógnita.

Pedro Sánchez, paradigma de la yenka, tiene los sondeos en el cogote a cuenta de enfrentar una nota negativa con otra para ver si encuentra una positiva, en la creencia de que menos por menos es más. Tiene las encuestas de uñas tras los arañazos de la amnistía y la trama Koldo. Estrategia: sedimentarlo todo, como hasta ahora, dar esquinazo a los porcentajes y mudar de nuevo la piel: ofidio con oficio.

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