lunes. 29.04.2024

En la Expaña donde no dimite ni Dios

Cuenten los que salieron al primer minuto a sancionar lo que sancionan ahora, vean el global y hagan la resta: he ahí el número de farsantes de la política, del periodismo, de la propia federación

Ahora todo el mundo se ha echado como hienas encima de Rubiales. Sólo falta que le espeten que cómo va a ser rubiales si está más calvo que Yul Brynner. En fin, aquí no dimite ni Dios porque otros antes que el susodicho, menos zafios pero más poderosos y con pelazo o pelaza, tampoco lo hicieron. Existe estos días una cohorte de fiscales sociales que, partiendo de una posición tibia en la polémica, han evacuado al sancionado presidente por el retrete y no paran de tirar de la cadena. Es muy común en esta Expaña repatear al pateado. Cuenten los que salieron al primer minuto a sancionar lo que sancionan ahora, vean el global y hagan la resta: he ahí el número de farsantes de la política, del periodismo, de la propia federación…

En la Expaña donde no dimite ni Dios, Rubiales no iba a ser menos

La pregunta es: quién trajo a Rubiales hasta aquí mientras le reía las gracias, compraba sus estupideces o miraba para otra parte mientras jugaba con Geri a ‘Un palo, dos palos, tres palos’, la versión indecente de la infantil de los 70 ‘Un globo, dos globos, tres globos’. Quién le puso el guante de seda en la mano de gorrino y comenzó a hacer tacticismo mientras el exlíder federativo llamaba “tontos del culo” y otras lindezas a quienquiera que pasara por allí con la anuencia inicial de un presentador de máxima audiencia. Naturalmente que Rubiales se negó a dimitir (lo dijo tres veces ante el pleno con los aplausos de algunos que luego le sepultaron); naturalmente porque otros que aprueban normas abyectas, mienten, usan triple lenguaje o atacan a los jueces siguen en su puesto porque parecen estar –y de hecho están– por encima del bien y del mal. Y ahí ha estado el susodicho los últimos años hasta que le dejaron caer.

En la Expaña donde no dimite ni Dios, Rubiales no iba a ser menos. Tuvieron que tirarlo por la borda a unos tiburones que esperaban carne más jugosa. Es sencillo: alimentar a las bestias para no formar parte de su dieta. Rubiales será un mal sueño, pero los Freddy Krueger de la vida siguen ahí.

En la Expaña donde no dimite ni Dios
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