sábado. 04.05.2024

Rociíto en la campaña

Echar la lengua a pacer sigue siendo un comportamiento muy español, como quien opina en la barra del bar del partido del día anterior sin haberlo visto ni por televisión. Al estadio nunca fueron.

Los cronistas de la Cámara Baja se han pasado a Sálvame, algunos muy a su pesar, porque el testimonio de Rociíto (Rocío Carrasco Mohedano) ha conmovido de tal manera a la opinión pública que ha transitado de la crónica social y los juzgados al terreno de juego de la política. Desde que la ministra de Igualdad entró en directo en el programa que ese día conducía Carlota Corredera, e hizo varias apreciaciones sobre el presunto maltrato que habría sufrido la hija de la ‘Más Grande’ por el que fue su marido, Rociíto ha impactado en la campaña más próxima, que es la madrileña, y en la mayoría de medios de comunicación social, con declaraciones de variado pelaje, algunas estudiadas, otras razonables, la mayoría sin conocimiento previo y un subgrupo de estupideces de quienes hablan de todo sin saber exactamente de nada. Echar la lengua a pacer sigue siendo un comportamiento muy español, como quien opina en la barra del bar del partido del día anterior sin haberlo visto ni por televisión. Al estadio nunca fueron.

La justicia debiera mantener el caso activo, sin saltimbanquis en medio

Rocío Carrasco tiene todo el derecho de contar lo que sintió y sufrió en los pocos años de convivencia con Antonio David, que no fue sentenciado en su día por estos presuntos hechos: el caso está sobreseído de manera provisional –a falta de incorporar nuevas pruebas, si las hubiere- y todo queda pendiente de una vuelta de tuerca en el parqué judicial, si existiesen datos novedosos, y de lo que la propia protagonista llegue a contar en los capítulos restantes de la ‘docuserie’ que el domingo pasado estrenó Telecinco con un impacto demoledor.

Ahora el riesgo es que haya quien quiera convertir el relato en un reality con opiniones a diestro y siniestro de distinguidos indocumentados que ni siquiera han visto el programa del día anterior. Algo muy común en la telerrealidad actual. Diré para terminar que considero creíble que Rocío Carrasco ha sentido y sufrido lo que expone, que no lo ha podido probar y que, en ese escenario, la presunción tiene que proteger a su expareja. La justicia debiera mantener el caso activo, sin saltimbanquis en medio.

Rociíto en la campaña
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