lunes. 29.04.2024

Vingegaard I de Bejes

La política, cuando es estúpida, deja de serlo y se convierte en otra cosa. No digamos la UE, una pléyade de burócratas que jamás pisaron una boñiga con sus zapatos de charol y tacón de aguja

Poco después de que la serpiente de colores se cimbreara por las recurvas del Desfiladero, Vingegaard, un pequeño danés paliducho con la fuerza de un vikingo, puso su motor a seis mil revoluciones en las cuestas de Bejes como si fuera el mítico Land Rover de Braulio. El barbilampiño de ojos de mar ganó en meta y mi cabeza se fue 38 años atrás, cuando un nutrido grupo de mozos y mozas de Colio subía andando desde La Hermida para honrar a San Roque un 16 de agosto del año 1985. En aquella época no había carretera como tal y obviamente la Vuelta hubiese tenido que darse la vuelta. Dicen que unos años después el presidente Hormaechea sobrevoló la localidad del quesu picón en helicóptero y pronunció las palabras mágicas: hágase la carretera (sobre esto hay otras versiones, y yo ni quito ni pongo rey porque no es la finalidad de este artículo).

La Liébana tradicional decae, y eso no está bien porque hay costumbres y maneras de actuar que deberían mantenerse

Ninguna vaca brava se llevó por delante afortunadamente a Vingegaard, entre otras cosas –al margen del trabajo de la organización- porque cada vez quedan menos cabezas de ganado, por mor de la tenaza de Bruselas y porque los jóvenes siguen probando suerte dispar en la capital. Tampoco se limpian los cauces de los ríos ni los montes y dentro de poco quizá prohíban andar por los pueblos en albarcas para que no se resienta el terreno. La política, cuando es estúpida, deja de serlo y se convierte en otra cosa. No digamos la UE, una pléyade de burócratas que jamás pisaron una boñiga con sus zapatos de charol y tacón de aguja.

La Liébana tradicional decae, y eso no está bien porque hay costumbres y maneras de actuar que deberían mantenerse. Por el contrario, emerge otra, más turística y de fin de semana; más festiva y de turismo rural, que está muy bien, pero que podría convivir con aquélla de la segunda mitad del siglo XX que tanto añoro personalmente. Y ello si Europa y los gobiernos de turno en España lo permiten, que no lo parece.

Antes de que a San Lorenzo le dieran vuelta y vuelta en la parrilla, dejó dicho que la lucha forja el camino. Y ahí están, 35 años después, los mozos y mozas actuales de Colio sobreviviendo al cambio con tesón. Y organizando una de las mejores fiestas de la comarca (déjenme, por una vez, que lleve el agua a mi molino).

Vingegaard I de Bejes
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