viernes. 03.05.2024

Otra vez 8 de marzo. ¿Y qué?

Siempre que se acerca una fecha marcada en los calendarios de publicidad, colgados en las paredes de las cocinas de cada casa española, se nota. Se nota porque se habla más de ese tema en la televisión y en los periódicos, porque todo el mundo de golpe está súper concienciado con el “topic” que toca esa semana, se nota porque el contenido en redes sociales empieza a cambiar de color, de diseño, de lenguaje… Se nota porque las empresas más solicitadas por el gran público también se hacen eco de todos los movimientos que, les importen o no, saben que atraen el dinero de los bolsillos de la gente y les hace parecer una compañía moderna y concienciada.

Hoy nos ha tocado a las mujeres, creo. El 8 de marzo es uno de esos días que, gracias al ruido incesable de tantas generaciones de mujeres feministas que han caminado de la mano, viene marcado con rotulador morado permanente en todas las agendas de nuestro país.

Nunca se os ha pasado por la cabeza salir a manifestaros porque ¿de qué os ibais a quejar?

Estos días me dijeron una frase de un poeta español, Escandar Algeet, que no he podido sacarme de la cabeza: “Mire donde mire, sólo veo mujeres luchando”. Y así es. Podría ser el prólogo de la Historia entre bastidores.

Otra vez es “el mes de la mujer” y, otra vez, este año también hay quien considera que no hay nada por lo que seguir saliendo a reventar las calles de todas las capitales de España. Sin embargo, este 8 de marzo también estaremos quienes saldremos a esas calles repletas de mujeres –y hombres– para unirnos a los gritos de rabia contenida por haber pasado otros 365 días desde la última vez, siendo testigos de cómo cada día en el telediario, entre una cucharada de lentejas y un trozo más de pan, vemos y disociamos cada noticia de un nuevo caso de “un hombre violó y secuestró a su pareja en un zulo”, un nuevo caso de “cómo engañar a tu cerebro para evitar tener hambre”, de víctimas sintiéndose juzgadas al contar lo que las ha pasado, de “la cumbre de líderes” llena de hombres, un nuevo caso de “un detenido por amenazar a su pareja y aporrear su puerta gritándole zorra”, de hombres en contra del aborto que abandonan a las madres embarazadas de sus hijos… Y el 2024 es bisiesto.

¿Y por qué no hay un día para los hombres? Lo tenéis, Manolo, pero nunca se os ha pasado por la cabeza salir a manifestaros porque ¿de qué os ibais a quejar? ¿De que ahora las mujeres jóvenes no nos conformamos con ser sólo amas de casa? ¿De que ahora las mujeres nos atrevemos a responder con autoridad? ¿De que ahora no dejamos que nos soben en una discoteca sin nuestro permiso? ¿De que las mujeres adultas siguen encargándose de los cuidados de los mayores y de los pequeños? ¿Exactamente de qué podrían quejarse los hombres? ¿De que ahora las mujeres queremos la representación y el tipo de vida que ellos han tenido… siempre? Ahí radica la diferencia entre que las mujeres defendamos nuestros derechos y los hombres sus privilegios.

Es muy cierto que, mire donde mire solamente veo mujeres luchadoras que me inspiran, me acompañan, que se atreven, que me protegen, me cuidan, que se liberan, que lideran, que no callan, que me han impulsado y me han hecho verme, mujeres que han abierto puertas que se encontraron cerradas a cal y canto cuando se atrevieron a intentar cruzarlas por primera vez. La lucha es por ellas, por las mujeres de nuestra vida. Ojalá este 8 de marzo, otra vez, haya en las calles una niña que mire alrededor y siga viendo mujeres luchando.

Otra vez 8 de marzo. ¿Y qué?
Comentarios