Su cierre era solo cuestión de tiempo. Lo mismo que el de Tiempo. El periodismo de papel, destinado a que los lectores no pierdan los papeles gracias al sosiego de lo impreso, ha perdido en un lunes negro dos cabeceras históricas. Interviú, 42 años, y Tiempo, 35 años, yacen desde el 8 de enero en la equívoca morgue de los jóvenes difuntos.
No necesitarán autopsia. Son dos fallecimientos editoriales predecibles. Ambos cuerpos estaban amortizados, esclerotizados y señalados con el pronóstico más funesto e irreversible. Han desaparecido en plena juventud víctimas de un largo abandono lector. Porque los jóvenes españoles abandonaron hace lustros el papel, incluso el “cuché” de gramaje y brillo impecables de Interviú y Tiempo.
Cuando la revista desnudó a Marisol en 1976, se vendieron más de un millón de ejemplares a 40 pesetas el número
Cuando la revista desnudó a Marisol en 1976, se vendieron más de un millón de ejemplares a 40 pesetas el número. Marisol pasó a ser Pepa Flores e Interviú pasó a liderar la prensa ilustrada de una sociedad que trataba de ilustrarse a marchas forzadas. Francisco Franco, 40 años dictando a la nación, llevaba un año enterrado y la exultante revista de desnudos no imaginaba que la sociedad española la sepultaría a ella 40 años después.
Tiempo ha realizado esfuerzos tan hercúleos por sobrevivir que su último número incluye lo siguiente: la propia revista, un Anuario de 2018 elaborado por “The Economist”, las películas “Un largo viaje” y “El americano” y un libro de relatos escogidos de Edgar Allan Poe. Cinco piezas funerarias que servirán a los sesudos forenses del periodismo para certificar que el muerto se agarró a la vida hasta el final.
En 1989 la revista “Tribuna de Actualidad” regaló a sus lectores un trozo del muro de Berlín, hormigoncito convenientemente plastificado. Ocurrencias periodísticas del maestro Julián Lago. Pero a Tiempo no le ha dado tiempo a reinventarse. Menos mal que el maestro Manolo Alcántara celebra sus primeros 90 años escribiendo como los ángeles y describiendo la inequívoca trayectoria del columnista sublime. Menos mal que el gran Fede Lucendo Pombo sigue cocinando periodismo de autor en El Riojano.