sábado. 04.05.2024

Insultos y calumnias en redes que solo buscan destrozar vidas

En materia de insultos y calumnias, somos conscientes de que en las redes sociales vale todo, pero nadie corta por lo sano, empezando por los gobiernos que están para proteger el derecho al honor de los ciudadanos. Siendo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump fue el adalid de insultar en Twitter a diestro y siniestro. Si esto se permite a un estadista, qué se puede hacer contra quien lee una noticia en un digital, y escribe sobre ella y la persona que la protagoniza las mayores barbaridades, hasta, en casos, llegar a destrozarle la vida. Podría pedirse más control a los medios hacia las cuentas difamadoras, pero, hoy por hoy, no están a esto.  

Unos enfadados lectores me convencen para hacer una nueva reflexión acerca de la fuerza demoledora que tienen las redes sociales, tanto para ponderar y también pelotear (ideologías), como para criticar, calumniar, insultar, demonizar y, en definitiva, destrozar vidas.

Nada pueden hacer los viejos medios de comunicación (que se sienten como tal), para atajar las desproporcionadas valoraciones que muchas veces se hacen en Twitter, Facebook, Instagram o Tik Tok, ya que son los primeros en publicitarlas, esperando así nuevos lectores que se decantan más por el jaleo y cotilleo que por las noticas cotidianas de actualidad.

Hace más de veinte años que estamos con el debate a cuestas de que Internet nació libre, hay que dejarlo así, no tocarlo, pero periódicamente reaparece la petición a los dueños de las redes sociales de que son necesarias unas reglas, un férreo código ético dentro de las mismas, para evitar la tendencia, ya consolidada, de hacer daño a los demás, porque sí.

Ni que decir que no ha prosperado decisión alguna al respecto, y yo diría que no hay que esperarlo después de que un tipo como Elon Musk sea propietario de Twitter, donde ya nos puede coger Dios confesados de las sorpresas que nos deparará el magnate empeñado también en que vayamos haciendo las maletas, porque, como civilización, terminaremos viviendo en el espacio. Putin también lo está poniendo fácil.

Con antecedentes o sin ellos, lo que ocurre hoy en las redes sociales es intolerable. Ni siquiera el bullying y acoso escolar, con un aumento preocupante de los suicidios entre los jóvenes, propicia mayor determinación hacia el problema de lo gratis que sale calumniar, destrozar la imagen de una persona que tiene toda la vida por delante, para que luego nadie haga nada en su apoyo, empezando por los gobiernos y administraciones que se supone que están para protegernos, y no solo recaudar nuestros impuestos que luego gastar en las cuestiones más disparatadas, como un anuncio para meterse contra un famoso presentador de televisión, para dejarle como un machista.

Periódicamente reaparece la petición a los dueños de las redes de que son necesarias unas reglas, para evitar hacer daño a los demás, porque sí

Puede que Internet sea una gigantesca autopista de la información y la comunicación, pero también se ha vuelto dañina. Tal dice la autora de Harry Potter (J.K. Rowling), Internet ha sido una bendición y una maldición para los adolescentes”. Como invento, creo que no lo hay igual. Lo mismo piensa el ex director de Google, Eric Schmidt: “Internet es lo primero que la humanidad ha construido y que no comprende, el mayor experimento de anarquía que hemos tenido”.

Como parece ser que ahora no se puede esperar nada de los gobiernos en general, centrados en el populismo más absurdo y quedar bien con todo el mundo sin molestar a nadie (okupas), no queda otra que encomendarse a la escuela y a los hogares, a los padres, para alcanzar un equilibrio entre lo que es normal hacer en la vida y en las redes, frente a lo que es avasallar y mostrar insulto, odio e intolerancia.

Tampoco esperemos mucho si desde los cargos públicos no se da ejemplo de civismo, y las burradas y los improperios suben de tono cada día, y encima son defendidos desde el poder. Así, solo se puede concluir que hemos perdido el rumbo, y vamos sin frenos, abocados a no se sabe qué.  

Luego está la visión diaria que muestran los medios de comunicación sobre lo que aparece en las redes. Sus noticas principales están abiertas a los comentarios de los lectores (llamar a algunos así resulta duro). Me apena decir que los medios han entrado de lleno en el juego de las redes sociales. Solo así se puede entender la difusión que dan a ciertos comentarios ofensivos, injustos, inconcretos, difamatorios, manipuladores, de medias verdades o falsedad absoluta.

No vale excusarse en que lo dicen las redes, no ellos, que son medios serios y solo hacen que reproducir. Estamos apoyando la inclinación en las redes a la falta de respeto, rigor, educación y ética. ¿Cómo defienden su honor los calumniados? Gran pregunta con muy difícil respuesta en la actualidad. Porque cuando quieres actuar en favor de tu honestidad y buen nombre, wasap ha difundido a miles y miles de móviles la mentira o falsedad pretendida. Lo mismo han hecho las redes. Y lo mismo los medios que, simplemente, lo han reproducido, sin tener en cuenta que el daño infringido queda ya para siempre.

No hay interés por cambiar cosas, y sí empeorarlas. Por eso las calumnias no llevan camino de desaparecer de las redes, al contrario, aumentan

En resumen: o hay reglas, o no conseguiremos mejorar la normal relación de personas dentro de las redes y, por ende, Internet. Si como mantienen los propietarios y accionistas de estas grandes compañías, al decir que las redes son también medios de comunicación, que no lo creo, deberían tener potentes códigos éticos internos, que ahora mismo son insuficientes desde todos los puntos de vista. Apelar a los poderosos gobiernos que pueden hacer posible menos intolerancia, es clamar en el desierto. Solo hay que echar un vistazo atrás, y ver el comportamiento de Donald Trump, en Twitter, siendo además presidente de los Estados Unidos.

No dejó títere con cabeza, y lo mismo insultaba a un país, a un dirigente, a una empresa, que a un ciudadano que cuestionaba su política. La conducta de Trump llegó a tal extremo, que la red social más importante del mundo le suspendió la cuenta. Y así debiera de haber seguido la cosa, hasta que Elon Musk compró Twitter, y su primera decisión fue encumbrar de nuevo al ex presidente norteamericano. La cuestión es que no hay interés real por cambiar las cosas, y sí de empeorarlas. Por eso el insulto y las calumnias no llevan camino de desaparecer de las redes. Al contrario, aumentan, bajo el consentimiento general, si exceptuamos a los agraviados.

Insultos y calumnias en redes que solo buscan destrozar vidas
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