viernes. 03.05.2024

Felipe

Como somos un país cainita y de mirada corta, para insultar a Felipe González todavía usan aquello de la X de los GAL y la cal de sus muertos

Hace poco volví a escuchar a Felipe González en una entrevista. El presidente ha cumplido 80 años, y tiene una mente lúcida que ya quisieran muchos con sólo 40. Y una perspectiva de las cosas, fruto de una profunda y prolija experiencia, que debiera ser la sana envidia de otros tantos y no, precisamente, la excusa para agraviarlo.

Como somos un país cainita y de mirada corta, para insultar a Felipe González todavía usan aquello de la X de los GAL y la cal de sus muertos. Da igual que ese asunto esté zanjado judicialmente desde hace lustros. Da igual que los que hubieron de pagar por aquello ya lo pagaran. Da igual que las urnas terminaran con su ciclo político en 1996. Da igual todo, porque de lo que se trata es de desprestigiarle y de hacer daño, con esa insufrible soberbia tan española de pretender ser siempre los únicos guardianes del tarro de las esencias. Lo hacen sobre todo esos que se dedican a certificar la calidad democrática de las aportaciones a la convivencia, y que reparten carnés de verdadera militancia en la izquierda, que han forjado sus ideologías revolucionarias y su solvencia política en los cálidos despachos de universidades afines y en alguna que otra sentada asamblearia.

Claro que también carga Felipe con el sambenito ese de estar colocado en el consejo de administración de una eléctrica para compénsele no sé qué. Si yo tuviera una empresa me hubiera desvivido por contar para mi negocio con la aportación del talento de alguien como él. Tampoco para esta crítica cuentan los 14 años de cambio y crecimiento que sus gobiernos, desde 1982, trajeron a España. Da igual que bajo su presidencia nos validáramos como una democracia moderna después de casi 40 años de dictadura. Da igual que se implantara el Estado de Bienestar del que disfrutamos, y que ni llegó de la nada ni lleva aquí toda la vida. Da igual que se modernizara nuestra economía. Da igual que entráramos en la Unión Europea, y que volviéramos al concierto internacional. Da igual que en Europa hayan contado con su visión del mundo cuando les ha sido necesaria. Da igual. Felipe es el de Gas Natural, de la que, por cierto, dejó ser consejero en 2015, y no hay más nada. 

Tengo para mi que al presidente González le da exactamente lo mismo lo que piensen, esos y los que lo ponen a escurrir porque hacerlo con alguien como él queda muy de progresista y muy moderno, pero que no sabrían ni reconocerlo en un par de fotos de 1978. También me parece que se la chufla la opinión que le tengan en el PSOE, donde son, en realidad como en todos los partidos, de saltar por encima del pasado sin considerarlo ni respetarlo, rechazando legados ideológicos y sacrificios personales porque les pierde la imbecilidad de creerse mejores sin darse cuenta de que de aquellos polvos siempre vienen estos lodos. Alguien como Felipe, en realidad, está por encima de todas esas tonterías tan propias de acomplejados y pusilánimes.

Reivindicar la figura de Felipe González es correr el riesgo de que te llamen corrupto, ladrón o asesino, o defensor de puertas giratorias, correderas o de doble hoja. Aquí la gente es así, de lengua rápida y pensamiento corto. Y de poca memoria, mucha revancha y escasa inteligencia. Los celos son muy malos consejeros, y retratan más de lo que muchos se creen. Felipe González es un referente político indiscutible de este país, cuya aportación política nacional e internacional está muy por encima de las inquinas y animosidades de los mediocres. No tengo claro que sostener otra cosa, además de mezquino, no tenga algo de inconsistencia intelectual que seguro que a Felipe le deja tan indiferente como a los que entienden y valoran su figura porque ven más allá de sus narices. 

Dedicado, con todo mi cariño, a Filomena Fraile Plaza, conocida como Carmen. 

Felipe
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