Eran madres "rojas", "ignorantes", "infantiles", y había que "salvarlas". Rapadas, insultadas, recluidas, maltratadas, separadas de sus hijos e hijas; esa era su condena por aspirar a una vida…
En una sociedad en la que nadie se equivoca, en la que nadie se contradice, en la que nadie yerra y se enmienda, difícilmente habrá alguien que aprenda algo de provecho.